domingo, 30 de marzo de 2014

Sólo la memoria nos salvará


Arranquemos señalando dos datos concretos de los días que corren y que ayudan a entender mejor el país real que estamos construyendo los argentinos:
1.      La masividad y diversidad expresada en los actos del pasado 24 de Marzo, Día de la Memoria.
2.      El conmovedor reclamo que la sociedad viene expresando, año tras año, por la causa de nuestras Islas Malvinas. 
De este modo, la causa de los derechos humanos y la causa mayor por nuestra soberanía se abrazan en un mismo sentimiento colectivo.
Nos emociona advertir la frescura de estos testimonios,  ya no como banderas irredentas durante varias décadas, sino como datos cargados de un enorme significado político para esta coyuntura.
Corremos el riesgo de olvidar fácilmente los hechos sustantivos debido al congestionamiento en el tránsito de informaciones que transmiten los medios masivos y,  además, porque la velocidad de los acontecimientos no siempre otorga el entretiempo necesario para reflexionar sobre ellos con la profundidad que se merecen y requieren.
Avancemos.
La Plaza de Mayo se llenó sobre el mediodía del 24 de Marzo y el espacio de la Memoria en la ex Esma se desbordó de gente por la tarde noche de ese mismo día.
Pongamos el foco un rato aquí.
El lugar emblemático donde Néstor Kirchner bautizó de una vez y para siempre la sepultura de la impunidad en la Argentina, hace ya diez años, fue el escenario donde, como nunca antes, se congregó una multitud que se caracterizó por la más plena unidad y convivencia en el marco de una diversidad compuesta por distintas identidades sociales, culturales y políticas. Sería largo enumerar las mil expresiones que se hicieron presentes esa tarde allí. Pero vale remarcar que, a diferencia de años anteriores donde la diversidad era un problema y no un acontecimiento feliz, esta vez el acto fue cerrado por una voz política mayor del gobierno nacional, como lo es Carlos Zannini. Y hay que decirlo: fue ovacionado por los participantes de una jornada que no fue estrictamente una jornada partidaria. Sería un reduccionismo y una torpeza conceptual calificarlo de ese modo. 
El de la ex Esma fue un acto convocado por los organismos de Derechos Humanos y la Secretaría de los Derechos Humanos con presencia de pueblo, digámoslo así para abreviar. ¿Pero se acuerdan cómo era antes cuando se disputaban el micrófono los distintos protagonistas o que para conciliar en la puja se consensuaba leer solamente un documento general que contenga medianamente a las partes? Nada de eso ocurrió esta vez.
La previa de este acontecimiento ocurrió ese mismo día por la mañana en La Carbonilla, el barrio de La Paternal, con un acto convocado por las Madres de Plaza de Mayo y los vecinos y que fuera cerrado por Hebe de Bonafini y por Andrés Larroque, de La Cámpora.
Hay que reflexionar sobre esta gestualidad y sobre cada una de las palabras de los oradores mencionados porque, creemos, por allí anda pasando el pulso de la vida en este país que somos.
El otro tema es Malvinas. ¿Notaron la cantidad de gente joven que visten remeras alusivas a la causa soberana y el aplauso cerrado y emocionado en los estadios de futbol cuando se despliegan las banderas que simplemente dicen “Las Malvinas son argentinas”?
Convengamos que en un país donde, según la oposición mediática, “todo está mal”, no hay autoestima social  y el orgullo nacional está por el piso mientras el olvido está por las nubes, esto no sucedería jamás. Quiere decir, en consecuencia, que por debajo de la sociedad corre un río virtuoso de memoria y argentinidad al palo que se construyó al calor de las luchas y las conquistas logradas en esta última década.
Para decirlo de otro modo: no habría acto masivo en el Día de la Memoria ni habría fervor por la Causa Malvinas si el país fuese la mitad del país virtual que pintan los opositores.
Si abrimos otras ventanas para seguir viendo la realidad, tan desnuda como se presenta, será posible advertir que estamos en presencia de una puja distributiva al rojo vivo entre los que más tienen y los que menos tienen.
En una punta de la soga cinchan los sojeros y empresarios angurrientos de ganancias siderales. En la otra, los trabajadores que pretenden cosechar lo sembrado en estos años de reparación social del Kirchnerismo.
Y el dato de época: en esa puja el Estado inclusivo no es neutral; defiende los intereses populares. 
En ese marco hay que interpretar a los ministros Kicillof y De Vido anunciando esta semana que la facturación excedente por la quita de subsidios se destinará a la Asignación Universal por Hijo y al plan Progresar.
"Es central explicar por qué hablamos de quita con redistribución: lo que se genere de facturación adicional por la quita de subsidios se va a destinar íntegramente a cubrir los gastos de las distribuidoras y transportadores, pero lo que quede por encima de eso se destinará a la AUH y al Progresar, por eso hablo de redireccionamiento", aclaró Kicillof.
Los heraldos del ajuste salvaje, nuevamente frustrados.
Pero como “A río revuelto, ganancia de pescadores”, la runfla sindical que rodea a Moyano y Barrionuevo empuja un “paro nacional” a todas luces ilegítimo. Es claramente un paro contra el proyecto de país que lidera Cristina.
Justo cuando un grueso de la sociedad se sacó esa venda de los ojos que no permitía ver que la inflación no es generada por el gobierno democrático sino por la voracidad empresarial rayana con lo delincuencial, los caciques sindicales de Sergio Massa empujan para atrás el nivel de conciencia colectiva y tiran hacia adelante los intereses patronales.
O sea.
La puja distributiva en favor de los intereses nacionales y populares la encabeza el gobierno de Cristina.
La puja en favor de los intereses contrarios a esos intereses, lo expresa ese variopinto que se hace llamar “oposición”.
Y todo esto sucede justo cuando la FAO informó que la Argentina llegó al Hambre cero mientras Massa renovaba al menemismo poniéndose a disposición de los EE.UU. para reeditar el ALCA y desarmar la Unasur.
En fin, sólo la memoria nos salvará.

Miradas al Sur, domingo 30 de marzo de 2014




domingo, 23 de marzo de 2014

Mañana no habrá golpe de estado



Un día como hoy, el 23 de marzo de 1976, el golpe de estado se olía por los 4 costados, por los 4 vientos, por las 4 esquinas del barrio donde uno vivía, por los 4 diarios más leídos, por las 4 radios más escuchadas, por los 4 canales más vistos, por los 4 políticos que aún daban la cara en la televisión.
Era un día martes y la calle decía “se viene el golpe de estado” y en la mesa familiar se comentaba que “esto no da para más” y “mañana habrá golpe de estado”.   
Los que ya estaban presos por su militancia política se preparaban para lo peor. Pero no habría rincón dónde esconderse de la furia blindada que avanzaba al galope con fusil y bayoneta.
Los que estaban pensando en partir al exilio, dejaron de dudar y apuraron la marcha con su pasaporte en mano.
Los trabajadores, los pibes de los barrios, los que soñaban con hacer la revolución hasta cuando hacían el amor, los delegados de las fábricas, los militantes duros que no perdían la ternura, los que tenían el bolsillo vacío y el corazón lleno de ideales, esos no se irían nunca, aun desamparados.
89 días atrás de ese día, el 24 de diciembre de 1975, Jorge Videla, entonces jefe del Ejército, pronunció un discurso navideño ante propios y extraños que sonó a ultimátum para la democracia. Y el 24 de marzo se cumplían los 90 días del que muchos decían, como si supieran, que era el último plazo para dar el golpe.
Ahora ya lo sabemos: la irrupción de la dictadura fue el episodio final de una operación política que se venía gestando desde mucho antes con la participación estelar de cuadros civiles que componían el entramado golpista.
No es que los medios “reflejaban la caótica realidad”, como se decía. Eran los medios que preparaban el terreno caótico para justificar el desembarco de los genocidas.
No era que “la economía ya no funcionaba o funcionaba mal” como se decía por los medios. Era que los trabajadores participaban, pese al costado más derechoso del gobierno de Isabel, de un porcentaje en la redistribución de la riqueza que orillaba el 50 y 50 y que había pleno empleo y que las comisiones de delegados internos de las empresas empezaban a desbordar a las respectivas burocracias de sus gremios.
No era que el gobierno no ofrecía salida dentro del sistema democrático. Funcionaba el Congreso de la Nación y estaban convocadas elecciones generales para octubre de ese mismo año.
Fue por eso, precisamente por eso, que “mañana habría golpe”, para el regocijo consciente de los poderosos, el entusiasmo inconsciente de las capas medias y la angustia creciente de los más humildes, esos que guardaban en su memoria los viejos dolores de otras dictaduras. 
A 38 años de aquellos días tan oscuros y estremecedores, sepamos que con esas características con que supo ejecutarse a sangre y fuego el genocidio, mañana ya no habrá golpe de estado.
Sepamos que mañana y pasado mañana y siempre habrá democracia y será cada vez más inclusiva y soberana si así nos proponemos desde esta mayoría inmensa de argentinos que ansiamos vivir en paz. 
Pero sepamos también que los jefes civiles del terrorismo de estado siguen vivitos y coleando y llenando sus bolsillos con el sudor de tu frente.
Detrás de cada corrida cambiaria, de cada devaluación provocada por las cuevas del mercado, de cada desestabilización de precios y de sueños, de cada campaña contra la participación de los pibes y las pibas, de cada opinión que atente contra el ejercicio de la política como única herramienta de la democracia para transformar la realidad, de cada opinión ilustrada invocando el olvido y la desmemoria, sepamos que hay un intento de golpe contra el país que hemos reconstruido después del incendio tenebroso del neoliberalismo.
Esta nueva fase del devenir democrático la estamos construyendo entre todos. Es cierto. Disfrutemos y cuidemos esta construcción colectiva. Pero tengamos la honestidad intelectual de admitir que nada de lo que vivimos en estos años hubiera sido posible sin que hayan tenido las convicciones y la voluntad necesarias para encarar el cambio un presidente llamado Néstor Kirchner y una presidenta llamada Cristina Fernández de Kirchner. Un cambio de paradigma. Un vendaval de sueños y reparación de derechos.
Quizá la historia por venir ilustre las mejores páginas de estos años con las imágenes de los genocidas juzgados en los tribunales, amparados por las leyes y la Constitución que ellos violaron cuando dejaron a la intemperie a los hombres y mujeres asesinados durante la larga noche de la dictadura.
Quizá se muestre el alegato de Videla reafirmando cínicamente su siniestro plan de exterminio.
Pero nada de ello alcanzará para comparar siquiera con los dos  máximos logros de esta década: se identificó la comandancia civil del terrorismo de estado en la justicia, en los medios masivos de comunicación, en el poder económico y financiero, por un lado y se recuperó el deseo juvenil de participar en la militancia política, por otro.
Por eso, que mañana no haya golpe de estado, significa algo más que la literalidad de una frase obvia.
Significa que ya somos un país normal, como quería Kirchner. Y que aquellos  que pagaron con la muerte, la cárcel y el destierro su indomable voluntad de cambiar el mundo, hoy sean recordados con respeto, aun desde la crítica implacable que alguien pueda sostener por sus acciones.  
Kirchner,  reivindicándolos desde la política, fue quien forjó ese reconocimiento.     
Esa inmensa madre de todos, Hebe de Bonafini, también es forjadora de estos tiempos que vivimos.
Sin Abuelas y Madres como Hebe la democracia no sería lo que es.
Sin ellas y sin una presidenta como Cristina, no seríamos el país de memoria, verdad y justicia que hoy somos.   
Convencidos que no habrá ni un  paso atrás en las conquistas del pueblo, que no podrán los nuevos heraldos de la desesperanza y la desmemoria hacernos retroceder ni un milímetro de historia, mañana estemos más juntos que de costumbre: es el Día Nacional de la Memoria.  
Para que nadie olvide de dónde venimos y para reafirmar a dónde no queremos volver; nunca más.

Miradas al Sur, domingo 23 de marzo de 2014





domingo, 16 de marzo de 2014

Donde habita el diablo




El proyecto nacional y popular, el verdadero, el que enraíza su origen en las latitudes profundas de la historia, el que carga sobre su ancha espalda sus muertos  y desaparecidos, el que dice y sostiene con el cuerpo que “la patria es el otro”, es un proyecto de vida coherente que a veces triunfa y a veces resulta derrotado.
La victoria y la derrota son apenas circunstancias que se suceden según distintos factores que actúan sobre la coyuntura.
Pero cualquiera sea el caso, el proyecto no se pierde bajo la bruma de la circunstancia.
Este manojo de ideas, tan simple como se expresa, es el principal legado que inauguró el kirchnerismo ni bien amanecía el nuevo siglo en medio de la peor crisis de la sociedad argentina.
Hoy apreciamos, desde una vista panorámica de la realidad, que el proyecto nacional que conduce Cristina Fernández de Kirchner, se muestra como el paisaje más previsible de un país imprevisible.
Y se muestra consecuente con sus convicciones. Y se muestra dúctil y capaz de conducir la barca colectiva en medio de la más feroz tormenta mundial. Y resuelve los problemas de la gente en el trajín cotidiano. Y desarma, además, una por una todas las barricadas que le planta el poder financiero concentrado armado de medios de desinformación masiva y de ese hueso duro del poder de la pampa húmeda conocido como el sujeto “el campo”. La oligarquía que le dicen.
En este marco hoy podríamos mencionar para ejemplificar la vitalidad del proyecto, el viaje de la presidenta a Roma para encontrarse nuevamente  con el Papa y de allí volar a París para presidir la inauguración del Salón del Libro, invitada de honor del gobierno francés; pero preferimos poner el acento en la decisión de la Universidad Nacional de La Plata de otorgar el diploma de Doctor Honoris Causa a los dos presidentes democráticos salidos de sus aulas: Néstor y Cristina.
¿Saben por qué nos parece importante destacarlo? Porque pocos pueden volver a su casa y a su barrio y a su pueblo y a su escuela y a su Universidad después de ser presidentes del país y  caminar orgullosos y de yapa, recibir este digno reconocimiento de aquellos que los conocieron desde que eran así de jóvenes. 
Son pocos los estadistas que pueden lucir en la solapa una distinción académica en reconocimiento a su “vocación por la defensa de la Educación pública, gratuita y de acceso libre”, como reza la resolución del rectorado platense.
El gobierno del país es este, el mismo que alentó durante la asunción de Michelle Bachelet en Chile,  la presencia de los cancilleres de la UNASUR en Venezuela en solidaridad con el gobierno, el pueblo, la democracia y la paz. El mismo que cuida los precios para desalentar la especulación voraz de las corporaciones empresarias más antisociales. El mismo que envía a su Jefe de Gabinete para que defienda el proyecto en el Congreso durante 12 horas corridas.
En el peor de los casos y ante la más feroz de la  crítica opositora, a este gobierno le cabrá siempre aquella sentencia de Perón: “No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”.
Tan peores son que quedaron atrapados en su propia telaraña con comportamientos propios de la antigüedad, antes de Kirchner.
El caso más dramático y repudiable es el piquete sindical que, con mano de obra propia o alquilada da lo mismo, arrojó a un trabajador discapacitado desde el puente Avellaneda. Es esa la expresión más violenta de los que se quedaron anclados en el país violento que fuimos dejando atrás en estos últimos años de inclusión social. Tolerancia cero con esa violencia callejera que azota contra el país que recuperó 5 millones de empleo y reparó los derechos de los ancianos, los jóvenes y los pibes.
Desde el costado viejo de la política también se arroja al vacío el prestigio de los hombres y mujeres que estudiaron, investigaron, crearon y ahora proponen una nueva justicia y un nuevo Código Penal. Vale todo con tal de seguir cumpliendo con los deberes que le marcan desde las tapas de Clarín y La Nación.
Es interesante analizar la movida del tablero opositor a partir del pronunciamiento falso y demagógico de Massa contra la iniciativa de reforma del centenario Código Penal argentino.   
No nos detengamos en la picardía mediática de Massa para instalar presencia a cualquier costo. Eso queda claro. Vayamos, en cambio, al análisis de las consecuencias que ese gesto acarreó. Y que no es otro que la reafirmación de la pobreza intelectual de todo el arco opositor, salvo honrosas excepciones.   
Si del lado del massismo queda clara su orfandad de ideas y su política de “vale todo” para ganar fama, incluso tapar murales de las Abuelas, es más que preocupante advertir que el sistema de partidos políticos en la Argentina sigue siendo un alma en pena bailando bajo la luz de una luna de cartón pintado.    
No es entendible que los mismos partidos que designaron sus representantes hace dos años para conformar una Comisión de notables con juristas de prestigio para que trabaje fuera de cualquier sesgo electoral en la reforma del vetusto Código Penal, pongan ahora marcha atrás porque Clarín y Massa les marquen  la cancha desde el miedo y el terrorismo verbal.
Nos vamos.
Cuando el presidente Kirchner empezó a identificar a Clarín como el patrón del mal de nuestra democracia, algunas voces decían que era un error ponerle nombre al adversario. El tiempo le dio la razón a Néstor. No sólo porque hoy Clarín debe asumir su desarme como monopolio y el articulado completo de la Ley de Medios; no sólo porque Clarín, certificado por la auditoría del IVC,  vendió en 2013 menos ejemplares que en 1959 cuando los argentinos éramos apenas 20 millones; sino fundamentalmente porque se demuestra que, como dice la Biblia y a tono con la visita al Papa Francisco, al diablo hay que ponerle nombre y apellido para que todos lo puedan reconocer.
Esta semana el ministro británico para América Latina, Hugo Swire, reconoció que “el Reino Unido prefiere a Massa o Macri para debatir sobre el tema Malvinas”.
¿Te queda claro dónde habita el diablo?

Miradas al Sur, domingo 16 de marzo de 2014

domingo, 9 de marzo de 2014

Cristina vuelve a cruzar los Andes


La Presidenta argentina viaja a Chile para asistir a la segunda asunción presidencial de Michelle Bachelet.
Arranquemos con una pregunta nada capciosa: ¿Sólo por eso Cristina cruzará los Andes nuevamente?
Si tenemos en cuenta que Cristina es poco afecta a los actos meramente protocolares, como lo fue el presidente Kirchner, es legítimo pensar que las mandatarias de nuestros respectivos países se dirán muchas más cosas que las que se dicen en los consabidos saludos de ceremonia.
Mirando el horizonte es posible creer que en el abrazo de Michelle y Cristina se abrazará el sur del continente latinoamericano,  retomando una senda que iniciaron los libertadores de ambos lados de la cordillera andina, San Martín y O´Higgins. Esa senda es la que seguramente se propondrán retomar ambas Presidentas a partir de mañana; hay que recordar, por si alguien lo olvidó, que son las mismas mujeres que cuando la derecha golpista intentó derrocar en setiembre de 2008 al presidente de Bolivia, Evo Morales, ellas, junto al presidente Lula,actuaron rápida y decididamente convocando a la UNASUR, frustrando así la sedición antidemocrática que venía al galope de los poderosos sojeros secesionistas de aquel país hermano.
Con la reedición del ALCA en las costas del Pacífico es preciso consolidar hoy más que nunca los lazos de amistad entre nuestros pueblos y gobiernos. Unidos somos invencibles, es la consigna que baja desde Bolívar y San Martín para recorrer la historia de estos 200 años. Y al revés: desunidos somos presa fácil del imperio y los poderes de turno.
Esa es la triste realidad que recorrió América Latina hasta la irrupción en este siglo XXI de los presidentes Chávez, Kirchner y Lula.
Y cómo le gustan las paradojas a la historia: también en la semana transcurrida, como ahora, entre el 9 de marzo y el 16 del mismo mes, pero de 1819, el General San Martín se debatió entre aceptar o rechazar la orden del gobierno porteño para regresar a Buenos Aires. Aceptarla significaría que en lugar de enfrentar a los godos en Chile, enfrentara a las montoneras del padre del federalismo, el oriental José Gervasio Artigas.
No aceptó pelear contra sus paisanos aun a costa de quedar abandonado a su suerte.
El mensaje de unidad entre nuestros pueblos que nos deja la historia es más que claro y contundente.
La situación de Venezuela es una voz de alerta, un grito desgarrador para la conciencia democrática de la región y el mundo, una señal de alarma, una alerta temprana para entender que hemos entrado de lleno a una fase decisiva en el proceso transformador de nuestra gran nación latinoamericana. O abrazamos unidos y solidarios el proyecto de cambio soberano que atraviesa el continente o sucumbimos en el intento.
De eso se trata.
Que el diario de Bartolomé Mitre, “La Nación”, publique esta semana en su tapa, cual si fuera un título catástrofe: “Subió 44 % el gasto público y complica el control de la inflación”, nos da una pauta más que certera para poder entender lo que piensa, preocupa y anima a la derecha más aristocrática de estas pampas.
No quieren que los pobres y la clase media continúen su ascenso en la escala social.
No quieren que el Estado sea el motor principal de ese ascenso.
No quieren que la redistribución del ingreso y la riqueza abra las puertas y las ventanas de un país más justo, más inclusivo e igualitario.
Todo está más claro que nunca, sólo hay que saber leerlo desde la memoria colectiva para evitar caer en trampa alguna.
Que el Frente Renovador de Sergio Massa y el peronismo residual de derecha agiten todos los fantasmas para oponerse maliciosamente a la necesaria e imprescindible democratización de la justicia y la adecuación de los códigos a los nuevos tiempos, es una muestra de que esa fracción política está decidida a apelar al miedo más atroz que anida en los rincones íntimos de la sociedad con tal de ganar un centímetro de publicidad electoral de la peor calaña.
Ojo con esos tipos.Son capaces de llamar por teléfono a tu casa advirtiendo que si se aprueba la reforma que el gobierno y la oposición más responsable proponen, hordas de ladrones y facinerosos asaltarán tu casa para robarte el último sueño que te quedaba en pie.
Ojo con esos tipos una y mil veces. Hay que identificarlos como lo que son: irresponsables y un peligro latente para la vida en democracia.
En el estribo queremos subrayar el otro capítulo de la agenda internacional de nuestra Presidenta: su viaje a Francia invitada por el Presidente de ese país, François Hollande.
Resulta que la Argentina fue designada invitada de honor para el Salón del Libro de París que se realizará entre el 19 y el 20 de marzo próximo.
O sea.
Cristina inaugurará junto al Primer Ministro francés, Jean-Marc Ayrault, el Salón del Libro de París, la feria de lectores más importante de Francia y una de las principales en Europa.
“No entiendo nada”, dirá alguna señorona de por acá. Y también algún periodista del Grupo Clarín, posiblemente. ¿No es que estábamos aislados internacionalmente? ¿No es que Argentina estaba en el subsuelo del mundo?
La derecha más recalcitrante, aquí y en toda la región, está llena de odio y vacía de argumentos. Por eso actúan como actúan.
El lado luminoso de la vida, ese que habla de inversión social y no de “gasto social” por ejemplo, deberá nutrir sus alforjas con ideas, ideas y más ideas.
Hay que contar a los cuatro vientos que la Argentina es el país con mayor inversión en educación, más del 6% del PBI y el de mayor inversión dedicada a cultura: el 3,8
% del Producto Bruto Interno.
Somos un país que se acerca inexorablemente, con este proyecto nacional y popular, al hambre cero y al pleno empleo.
Pero además habrá que decir, desde la ciudad donde salen las cigüeñas al mundo, que volvimos a ser el país de Borges y Juan Gelman, de Cortázar y Atahualpa Yupanqui y de Girondo y González Tuñón y de Quino, Rep y de Mempo Giardinelli, sólo para nombrar algunos de nuestros grandes creadores.
Por eso, señores de la oposición rabiosa: ¿pueden bajar un poco el tono así escuchamos mejor a nuestros artistas?

Miradas al Sur, domingo 9 de marzo de 2014

domingo, 2 de marzo de 2014

Cuando los patos disparan contra la escopeta


Tenemos la convicción de que ayer se inició el lento pero seguro acople hacia una nueva etapa en la historia de los argentinos.   Esta fase política durará apenas dos años. Nada en términos históricos; pero necesarios para consolidar el proyecto de país que inauguró Néstor Kirchner y suficientes para que el liderazgo político de Cristina Fernández de Kirchner traspase al próximo gobierno la posta de un país que se ha transformado para siempre.   Los discursos presidenciales ante el Congreso de la Nación dejaron de ser un trámite administrativo institucional para convertirse en un faro cultural, desde aquel célebre discurso de Néstor al asumir la presidencia y siguiendo luego por cada mensaje de apertura parlamentaria brindados por Cristina.   “Vengo a proponerles un sueño.” ¿Se acuerdan?   A prepararse ahora, porque lo mejor está por venir. Esa pareciera la mejor síntesis del kirchnerismo. No hay ni hubo en estos años un llamado al ajuste contra el pueblo.   No hay ni hubo un adelanto de medidas dolorosas para el pueblo y gratificantes para los poderosos.   Sólo se trata de vivir cada vez mejor. Aun en los errores y en las dudas y en los manotazos y en lo que quieran atribuirle de malo o incorrecto a este gobierno, no hubo camino descendente para los intereses de los sectores populares, sino todo lo contrario.   Dicen que la medida de todas las cosas que nos proponemos en la vida, está en la huella de lo que forjamos antes.   Y dicen que se llama memoria al ejercicio de saber conectar los pasos que ya hemos dado, previo a dar un nuevo salto o a seguir caminando nomás.   Ese nuevo salto es el que anuncia Cristina en su mensaje. Allí está para leerlo y releerlo una y otra vez hasta que llegue el día. Y el otro. Y el otro.   Hoy queremos fijar nuestro análisis en apenas cinco hitos, pero que son demostrativos de la historia que estamos construyendo entre todos los argentinos:   El timón del Estado democrático en la cosa pública.   La democracia participativa de los precios cuidados.   La vuelta masiva de los argentinos que se exiliaron con la gran crisis provocada por los gobiernos neoliberales de Menem y De la Rúa.   La recuperación definitiva de YPF.   El avance soberano en la Causa Malvinas.   Hay muchísimos más temas, pero alcanza con estos para corporizar los conceptos que hoy queremos expresar.   Sería un gravísimo error de apreciación naturalizar estos asuntos aquí enunciados, ya que nada nos vino desde el cielo. Y todo se puede perder si nos descuidamos.   Para que nos entendamos mejor, empecemos por decir que los gobiernos anteriores al kirchnerismo asumían y sufrían las consecuencias de lo que se llamó categóricamente “democracia condicionada”.   Los gobiernos hacían de patos y los poderes corporativos hacían lo que hicieron siempre: eran la cruel escopeta que disparaba contra esos pobres patos.   Esa situación es la que se empezó a revertir desde el primer día de gobierno de Néstor y con mayor profundidad con el gobierno de Cristina.   Aunque la balacera siga, hoy el Estado manda. A veces más, a veces menos, pero el Estado manda. Ya no son los mercados y sus poderes fácticos los dueños exclusivos del reparto de bienes. Se tendrá que admitir, quiérase o no, que por primera vez se puso en tela de juicio la hegemonía absoluta de las corporaciones económicas y sus medios masivos de comunicación y sus recetas globalizadoras.   En esa puja estamos.   La tan proclamada “democracia participativa” ya no es un slogan de ocasión. Que miles o millones de ciudadanos ya no admitan dócilmente que los precios sean fijados a su antojo por los dueños de las mercancías, es una prueba de ello.   Que una reciente investigación demuestre la masiva vuelta de los argentinos que se fueron expulsados, es una clara demostración que la Argentina dejó de ser un país que excluye y expulsa ciudadanos para convertirse en esta década en un país que incluye y crea trabajo.   La recuperación de YPF no es sólo un acto de profunda soberanía, sino una demostración de buen gobierno y mejor gestión. Un golpe de timón lo puede dar cualquiera, pero mantenerse a flote en medio de la tormenta mundial y revertir la curva de caída de una empresa de semejante porte a la de YPF para transformarla en una empresa exitosa a nivel mundial, es todo un ejemplo de gobernanza para el mundo.   Con un reciclado “¿Por qué no te callas?” los latinoamericanos de esta humilde barriada podríamos devolverle el guante a más de un monarca. Y todo en homenaje al digno comandante Hugo Chávez y su bravo pueblo venezolano.   En este marco se explica la creación de una Secretaría de estado exclusivamente para entender en los asuntos relativos a la causa Malvinas. La designación de Daniel Filmus en ese ámbito de nuestra Cancillería, completa la ecuación lograda por este proceso político: Más Justicia social, Más Inclusión, Más Soberanía, Más Democracia.   Y vaya la continuidad de la historia patria en el siguiente detalle: cuando asumió Luis Vernet la comandancia de las Islas Malvinas, en 1829, su proclama fue contra la depredación ambiental que estaban ejerciendo los buques extranjeros que usurpaban esa rica zona de nuestro Atlántico sur. Hoy, en pleno siglo XXI, la Argentina sigue reclamando el respeto a sus derechos soberanos y en favor de la paz y el ambiente.   Proponemos, ya en el estribo, el sano ejercicio de comparar las últimas 10 aperturas del año parlamentario cotejando los discursos presidenciales de Néstor y Cristina.   ¿Queda claro a través de los datos duros de la realidad socioeconómica por qué se dice con solvencia que ésta es una década ganada?   Pero si lo mejor en materia de gobierno está por venir, lo mejor de lo mejor en esta historia es esa militancia juvenil llenando las calles y las plazas, recuperando el ejercicio de la práctica política para defender y profundizar la democracia.   Por eso, cada vez que una bandera flamee sobre el cielo azul y una joven consigna despierte a nuestros amores donde quiera que estén, sonriamos pensando que esta vez, por fin, son los patos los que disparan contra la escopeta.

 Miradas al Sur, domingo 2 de marzo de 2013