martes, 30 de junio de 2009

NO ME LLOREN, CREZCAN


La historia dice que Juan Domingo Perón falleció un día como hoy hace 35 años, el 1º de Julio de 1974.
Que fue General de la Nación y tres veces elegido Presidente de los argentinos por voluntad de su pueblo. Que recuperó la justicia social y la soberanía de los argentinos desde el día que los trabajadores le devolvieron a él la libertad, el 17 de Octubre de 1945. Desde entonces llamado, el Día de la Lealtad.
Sin embargo, pese al tiempo transcurrido desde su partida, todavía escuchamos en las barriadas populares un antiguo grito de bronca o de alegría, según cuadre la ocasión.
El “¡Viva Perón, carajo!” lo trae entero, en cuerpo y alma, al viejo Líder que aún no encuentra su merecido descanso en el cielo de los justos.
Será por que lo trae la memoria a cada rato, por que se aprende de él en cada nueva circunstancia, por que está vivo y en estos días vuelve para acompañarnos y decirnos, por ejemplo: “¿Muchachos, todavía no aprendieron que sólo la organización vence al tiempo?”
Esos trocitos de humanidad que son los pueblos cuando están dispersos, se vuelven a juntar de cuando en cuando y se llaman causa nacional y popular o el nombre que aconseje el lenguaje de la época.
Sucede cuando la gente se hace pueblo y despliega todas las alas para volar bien alto.
Así sucedió cuando se encontraron pueblo y líder en la histórica Plaza. Y fue un entrañable amor para siempre.
Es por eso que Perón les pertenece sólo a los trabajadores y a los jóvenes que lo vivan como si fuera cierto que no se ha ido nunca de aquí.
Es mentira que pertenece a todos por igual.

Perón es Perón por lo que hizo en vida, por la Patria Justa, Libre y Soberana, por las 20 Verdades, por “Patria sí, Colonia, no”, por el Modelo nacional, por Evita y los descamisados, por la Resistencia y por el “Luche y Vuelve” que lo trajo de regreso hasta su patria.
Un puñado de días antes de su partida final, advirtió que su único heredero era el pueblo y que él había regresado para trabajar por la liberación y no por la dependencia y que si no fuera así, mejor pasaba a cuarteles de invierno.
Estaba diciendo el 12 de junio de 1974 ante su pueblo, en la Plaza de Mayo, que no le interesaba durar por durar, estar por estar.
El pueblo inventó a Perón y sólo a él se debía.
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mi, es la palabra del pueblo argentino”, saludó con los brazos en alto desde el balcón de la historia y ya no lo vimos más.
Nos estaba diciendo que se iba, y muchos no supimos entenderlo, o quizás sí, pero no queríamos aceptarlo en ese dolor que se venía al galope y que como dijo Walsh al día siguiente “en la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable”
Aún no lo es.
Es quizás la tarea colectiva pendiente de quienes más allá de sus banderías partidarias, coinciden en la necesidad de profundizar un modelo de país que pueda juntar, como si fuera un ramo de “no me olvides”, el salario justo y el trabajo digno, la belleza de una obra cultural, la memoria histórica, la unidad latinoamericana, un Estado solidario al servicio del pueblo, repartir los panes y la riqueza como se viene intentando desde que salimos de la larga noche del neoliberalismo, allá por mayo del 2003.
Recordar a Perón hoy es estar junto a Honduras, nuestro hermano pueblo desangrado ante un nuevo manotazo mortal del fachismo oligárquico. Y es decirles “no pasarán” y acompañar como se pueda a la Presidenta de los argentinos en su ejemplo latinoamericanista.
Recordar hoy a Perón es no rendirnos encandilados ante las luces de neón de los neoliberales de guante blanco que vuelven por la revancha conservadora.
Recordar hoy a Perón es no perder la capacidad de vergüenza ni asombro al observar a los que rápidamente se anotaron como “mariscales”, cuando apenas lucen carné de aves rapaces. Y al que le quepa el sayo…
Recordar hoy a Perón no significa una poltrona acomodada, sino saber leer lo que pasó el domingo, escuchando las voces subterráneas de este pueblo cuando habla.
Será crecer, como pidió en su final.

Ese pueblo que vuelve a llorar a Perón en este día, sabe perdonar todo, menos la traición.
Honrarlo es recordar más que nunca, con Perón, que los pueblos que pierden la memoria, se condenan al olvido y los que se rinden y mimetizan con los poderosos, no merecen llamarse “compañeros”.

(Jorge Giles. El Argentino. 01.07.09)

CUANDO HABLAN LAS CONVICCIONES

Ayer asistimos a una verdadera prueba de que la democracia argentina está viva, fortalecida y en movimiento.
Es tan fuerte esta democracia que permitió, entre otros hechos, el milagro de evaporación de la presunta maniobra de “fraude” extensamente denunciada por la oposición hasta el día de la elección.
Sólo ganaron por dos puntos en la provincia de Buenos Aires pero, como el oficialismo aceptó hidalgamente el resultado, “acá no pasó nada”, parecieron decir los opositores que festejaron como si hubiesen ganado por 20 puntos de ventaja. Coincidimos con la presunción que si el resultado hubiese sido al revés, la oposición hoy estaría denunciando ante las Naciones Unidas el “fraude oficialista”.
Se produjo, en igual sentido, la ilusión óptica de algunos medios y algunos políticos opositores de apresurarse a subir a un carro triunfalista que está más en su deseo que en la realidad.
Subidos a ese triunfalismo absolutamente desmedido, parecen buscar y provocar con su caprichosa interpretación, una contracara derrotista por parte de las filas oficiales.
El colmo lo volvió a cometer Elisa Carrió, que después de su derrota política estrepitosa en la Ciudad de Buenos Aires, por distintos medios salió a negar la realidad, hasta pretender, incluso, imponer autoritariamente la agenda presidencial.
Todo desde un odio visceral contra el Gobierno. De los desvaríos tampoco se vuelve.
En la primera parte del día, Néstor Kirchner anunció su renuncia a la presidencia del Partido Justicialista y su voluntad de ponerse a trabajar para profundizar el modelo nacional y popular, organizando desde ahora una alternativa fuerte y progresista con vistas a las elecciones presidenciales del 2011.
Por la tarde, la Presidenta transmitió ante los medios de prensa la lectura política oficial en relación a los resultados de los comicios del domingo pasado.
En términos populares, diríamos que el proyecto gobernante mueve fichas todo el tiempo. A diferencia de gobiernos anteriores donde un traspié podría significarles una caída fatal, el actual pareciera fortalecerse en la adversidad, sin desconocerla ni minimizarla.
Intentemos una primera aproximación para explicarnos esta situación, partiendo de la premisa que en democracia, las votaciones pueden ser volátiles, pero los principios y los proyectos de nación, no.
Cuando es autentico, un proyecto político permanece en el tiempo en tanto pueda ser sostenido por la voluntad inquebrantable de los sujetos que lo expresan en cada etapa de la historia; mientras que los resultados electorales en cada coyuntura, sirven para ajustar, modificar, corregir, apuntalar y ratificar el rumbo.
Esto es así al menos para quienes concebimos que la voluntad popular expresada en las urnas, es la sagrada voz de los pueblos que algunas veces premia o castiga y en otras advierte a tiempo.
Cuando los resultados son más repartidos entre opositores y oficialismo, como pareciera ser en este caso, la interpretación se hace más compleja y pone a prueba la capacidad de asimilación y adaptación de cada fuerza política a las nuevas circunstancias.
En el genio de la conducción, se procesará la más inteligente respuesta a los nuevos desafíos, sabiendo que la capacidad de iniciativa política no se declama, se ejerce.
El oficialismo lo hizo ayer, poniendo las cosas en su justo lugar, reconociendo la derrota pero reafirmando el rumbo estratégico de su gestión. No desconoció los resultados, como dicen los medios opositores, que parecen fracasar por estas horas en su intento de hacer hocicar la voluntad del proyecto gobernante.
Lo que no hizo fue rendirse, como le hubiese gustado a más de una porción de la derecha.
Queda claro que el Gobierno y las fuerzas políticas afines, tomaron debida nota de la lección. Lo dijo Kirchner y lo reafirmó Cristina. Aprenderán de los propios errores, reescribirán todo lo que sea necesario en su hoja de ruta y dialogarán con el país federal en todas sus instancias para diseñar la estrategia más inteligente que defienda y profundice el modelo.
Esta es la hora de las convicciones. Que no debieran ser en absoluto contradictorias con la necesidad de articular, abrir y convocar al mayor espacio político posible que ayude a construir los más sólidos cimientos de un modelo nacional que seguirá sosteniendo el rol activo del Estado, las políticas de redistribución de la riqueza y la unidad latinoamericana.


(Jorge Giles. El Argentino. 30.06.09)

lunes, 29 de junio de 2009

LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS

El país de los argentinos quedó cruzado, no por uno sino por varios tajos, lo que hace avizorar un final incierto. Si pierde el oficialismo ¿quién gana? ¿Dónde está un nuevo liderazgo y una alternativa superadora? ¿La derecha lo tiene? ¿La reprivatización y la vuelta a las políticas neoliberales lo son?

Sabemos que no.

Néstor Kirchner y Daniel Scioli pusieron el cuerpo y el alma en la provincia de Buenos Aires. Con su pelea, el modelo nacional y popular del Gobierno de Cristina enfrentó dignamente su mayor desafío político, enfrentando un abanico de fuerzas de derecha repartido entre el macrismo y los resabios de lo que fue la Alianza gobernante hasta el 2001.

A lo largo de todo el país, el Frente para la Victoria disputaba en la mayoría de las provincias mientras las expresiones partidarias que responden Macri y Carrió, festejaban pero sin consolidar un espacio institucional que los posicione como alternativa superadora.

Gran parte de los grandes medios de comunicación jugó descaradamente su partido a favor de la oposición. Ayer fue elocuente el partidismo manifestado por columnistas al tomar una decidida posición contra el Gobierno y sus candidatos.

La fuerza conducida por Kirchner llegó a este duelo electoral llevando consigo los resultados más trascendentes de su gestión gubernamental, por un lado, y por otro, los jirones que les dejó la larga batalla por la redistribución del ingreso con la Mesa de enlace patronal.

En la Capital Federal el núcleo duro de la derecha representado por Macri esperaba un triunfo arrollador. ¿Lo fue? Objetivamente pareciera que no, si cotejamos los pronósticos que otorgaban con antelación una cifra mucho mayor a Unión- Pro.

Otros datos significativos son la derrota porteña del Acuerdo cívico radical de Elisa Carrió, una de las figuras que se proyectaba para las presidenciales próximas y la irrupción del conglomerado representado por Pino Solanas.

Este resultado deja dañada la representatividad de Carrió, en orden a su ambición presidencial.

La reñida votación a lo largo y ancho del país, deja al descubierto una sociedad tironeada por dos fuerzas contrarias, casi antagónicas.

La fuerza que se expresa en las políticas de inclusión social del Gobierno nacional y aquella que representa claramente al modelo neoliberal privatizador de Francisco de Narváez y Macri.

Quedará para el anecdotario de la historia la paciencia de un gobierno democrático para con su propio Vicepresidente de la Nación, que vergonzosamente encabeza un sector de las fuerzas opositoras que enfrentaron al oficialismo en la provincia de Mendoza. Es muy posible que alrededor de su figura se vaya juntando de ahora en más la diáspora radical.

La oposición precisaba ganar estas elecciones como una manera de institucionalizar, a través de las urnas, aquel resultado que les permitió derrotar la resolución 125 en el Senado, con el voto de desempate desleal de Cobos.

Unos últimos apuntes al calor de una larga y fría noche de escrutinio.

Reafirmar el triste rol de los grandes medios a manera de un gran partido político opositor. Igual papel les cabe a los patrones rurales, que montaron su propio bunker para mostrar que ellos son la vanguardia del viejo modelo que representa la oposición. Otro apunte es la conmoción y el dolor que nos provoca el golpe de estado en la hermana República de Honduras, una herida que nos parecía ya parte de la prehistoria de esta nueva América Latina y sin embargo nos abofetea justo en un domingo de democracia al sur del continente.

Remarcar la absoluta normalidad de los comicios, pese al intenso frío de la jornada y los temores generados por la comúnmente llamada “gripe porcina”. Lejos quedaron las denuncias de “fraude” de los opositores, artera maniobra de campaña que desluce a los opositores en tanto manosea al sistema democrático en su conjunto.

Ahora sí, quedó configurado un nuevo mapa político entre los dos modelos de país sobre el que los argentinos construirán su propio destino.

Es la verdadera madre de todas las batallas con doscientos años de historia, que parece no querer finalizar.

El modelo de nación que encabezan Cristina y Néstor Kirchner, seguramente respetará el lugar que le asigna la voluntad popular, pero en nombre de esos millones de argentinos que lo votaron, deberá dar el presente a la hora de seguir construyendo un país con memoria, más inclusivo y más digno.

(Jorge Giles. El Argentino. 29.06.09)

viernes, 26 de junio de 2009

VOZ DEL PUEBLO, VOZ DE DIOS


Se terminó la campaña electoral.
Una multitud en La Matanza junto a Kirchner y Cristina. Y reuniones ampliadas, en los actos opositores.
Nos ponemos de pie, para escuchar la voz del pueblo, que es la voz de Dios.
Este pueblo es el que entra en estado de vigilia para determinar su voto el próximo domingo.
Que no lo asusten los fantasmas del pasado con sus aullidos de “fraude”, cuando son ellos los que cometen fraude ideológico, yendo de privatistas a presuntos “estatistas”.
Ha sucedido, sobre el último minuto, una revolución en democracia: finalmente alumbró la verdad sobre los dos modelos en disputa.
Tanto que lo negaron. Pero allí están.
De un lado, el modelo nacional del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Del otro, el de los opositores.
Es el momento de juzgar el trazo grueso de cada proyecto político. Los matices, lo seguimos discutiendo el lunes 29.
Desde un principio Néstor Kirchner, Scioli, Heller, plantearon convencidamente que estaba en juego el modelo de país.
¿Qué respondieron los opositores? Que apenas eran unas elecciones legislativas más. Y sumaron el intento proscriptivo contra lo que llamaron “candidaturas testimoniales” del oficialismo.
Mientras Kirchner convocaba a discutir lo que hizo hasta acá el modelo gobernante desde el 2003, más todo lo que falta por construir hacia adelante, la oposición esquivaba ese debate, perdiéndose en los laberintos de los modales.
Hasta que habló Mauricio Macri y saltó la liebre.
Reivindicó las políticas neoliberales y confesó que, si ganan ellos, volverían a privatizar Aerolíneas, Aguas argentinas y las Jubilaciones públicas para recuperar los negocios de las AFJP. Pintó de cuerpo entero el otro modelo del país achicado y empobrecido que nos legó Menem, De la Rúa y los grandes medios de incomunicación.
De Narváez reafirmó lo dicho por su socio. Apoyó las privatizaciones y agregó que había que ajustar y recortar el gasto de las obras públicas.
Léalo de nuevo, por favor.
Contaron con la animación del dirigente agropecuario de la Mesa de Enlace y simpatizante todo terreno del Pro y el Acuerdo Cívico, Alfredo De Angeli, que propuso arrear a los peones del campo para llevarlos a votar por sus candidatos.
También contaron con la insistencia del candidato de Elisa Carrió, Prat Gay, en instar y pronosticar el enfriamiento de la economía, aplicar un impuestazo y volver a endeudar el país con el FMI.
Pero sus asesores de imagen bajaron línea a las corridas y allá salió De Narváez a contradecirse brutalmente, declarando que había que “estatizar” todos los servicios públicos.
Léalo de nuevo, por favor.
Gabriela Michetti y el propio Macri, con disimulo, lo desmintieron, pero ya era tarde.
Qué decir de las reyertas permanentes entre el no leal Cleto Cobos, los radicales bonaerenses y Carrió.
En el mismo lodo, todos manoseados.
Esos son los opositores que expresan hoy el modelo de ajuste y exclusión social.
A tal contenido, tal envase.
Después de tantos dolores, los argentinos aprendimos a valorar el rumbo de los vientos.
A observar hacia donde soplan los vientos de la historia y decidir en consecuencia.
Es absolutamente legítimo que usted critique muchos aspectos del Gobierno, pero haciendo un sincero ejercicio de memoria, seguramente coincidirá en aceptar que ninguna de las predicciones apocalípticas de la oposición se cumplió y que sin prometer, el Gobierno hizo lo que se propuso hacer. Felizmente para todos los ciudadanos.
Tenemos luz, agua, derechos humanos garantizados, tenemos Estado, un proyecto político autónomo como país, un Gobierno integrado al mundo y a Latinoamérica, el mayor presupuesto educativo de la historia, tenemos nuevamente en casa a Aerolíneas y a nuestras Jubilaciones, obras públicas, cuatro millones de empleos recuperados.
Y usted sabe que es así, aún sabiendo que es mucho más lo que falta para profundizar este modelo de desarrollo y redistribución del ingreso.
Los vientos de este proyecto de país soplan en la misma dirección de la historia. Y eso hay que saber defenderlo, luchando y votando hacia allá, hacia los sueños, hacia las utopías, hacia la alegría, hacia donde van los vientos de un país más justo y mas digno de ser vivido.
Que la memoria nos alumbre este domingo, para seguir avanzando.


(Jorge Giles. El Argentino. 26.06.09)

jueves, 25 de junio de 2009

YA VIENE CLAREANDO EL DÌA


Al final de este día, callarán las palabras y hablarán los silencios. Cada uno de nosotros se mirará en el espejo de su propia historia, mirando a los suyos, a sus hijos, a sus padres, a su mujer o su marido, a sus amigos, compañeros y vecinos. Y decidirá su voto luego. Con la espalda y con los ojos. Para recordar lo peor y lo mejor de nuestro pasado colectivo. Para mirar y alumbrar el día que allá asoma, cada vez más cerca nuestro.
Advertirá usted que los opositores no paran de sorprendernos ni en el último minuto de campaña.
Francisco De Narváez, se volvió a quedar sin frenos. Y si es peligroso morder la banquina con la velocidad que traía, deberían advertirle que más peligroso es pegar un volantazo como lo hizo él.
Pasó de gran privatizador a gran “estatizador”. De menemista a “stalinista”, sin términos medios. Sin rubores ni escrúpulos ni vergüenzas.
“Explicame, explicate; sincerame, sincerate”.
Se lo decimos de buena onda y en un tono de “gente común”, como dice ser, aunque no lo entendamos bien.
Resulta que los consultores le aconsejaron desandar lo confesado por su socio Mauricio Macri una semana atrás, anunciando la reprivatización de Aerolíneas Argentinas, de las Jubilaciones y del agua, sólo por que “no mide bien en la gente”. Y entonces el millonario colombiano declaró, sin ponerse colorado, que había que estatizar todo o casi todo.
Así no, De Narváez. Terminó igual que Carrió.
No es creíble un hombre así. Sea político o astronauta. Colchonero o rey de basto, caradura o polizón, diría Discepolín.
Hay que vencer o morir con los principios. La desesperación siempre es mala consejera. Y así como algunos antiguos “progresistas” se vuelven mimosos con Mariano Grondona y Morales Solá, De Narváez se pintó los bigotazos del “ruso” Stalin y salió a versear.
“Se igual”, diría Minguito.
Lo único cierto es que estas elecciones no tendrán un resultado indoloro. El asunto a dirimir es de quién será el quejido.
¿Será de los poderosos que deberán aceptar que esta vez hay un país en serio, que produce, que trabaja y redistribuye su ingreso con justicia y equidad?
¿O será de los humildes y los trabajadores, los profesionales y los empresarios nacionales que otra vez verán caer sus sueños de construir entre todos un país más justo y desarrollado?
Argentinos: ser o no ser. Esa es la cuestión, como en el Hamlet de Shakespeare.
No está en juego la simpatía por una divisa partidaria o una sonrisa más o menos digital. Está en juego el modelo de país. Y cuando ello ocurre, de nada valen las mejores intenciones de los gobernantes si no está usted.
Hay un día en la vida donde usted arriesga todo. Y después, anda a cantarle a Gardel, diríamos en el barrio. El domingo próximo es un día así.
Arriesga desde las cloacas y el asfalto hasta la defensa inclaudicable de los derechos humanos conquistados con Néstor y Cristina.
Arriesga desde el empleo y la chimenea de la fábrica reabierta hasta el goce de poder mandar a sus hijos a la escuela y a la Universidad.
Arriesga desde la jubilación segura del Estado hasta tener una línea aérea de bandera que lo lleve a La Quiaca o Ushuaia.
Arriesga desde construir un país más justo hasta verlo incluido en el mundo y muy especialmente en el concierto fraternal de América Latina.
Usted decide amigo, compañero, compatriota. Usted es el que ensobra el voto transparente y lleno de luz en ese cuarto oscuro donde le corresponde votar. Y usted sabe que es un voto auténtico. Por eso se ofende cuando escucha hablar de “fraude” con la liviandad de un ladrón violando la ventana de su cuarto.
En este caso el que denuncia es el ladrón y usted lo sabe. Si no fuera así, entraríamos a sospechar de todo y de todos, de los resultados en la Capital y en Santa Fe y en Calamuchita. Sería el fin de la democracia, en estado de sospecha permanente.
¿O será que el ladrón, también en estas cuestiones, cree a todos de la misma condición?
Si fuese así, si ganan los ladrones, vendrán por la memoria, por la verdad y por la justicia, para negarlas una y mil veces.
Y no se salvarán ni siquiera nuestros muertos.
Hay que creer en nosotros mismos. Porque la democracia es del pueblo o no es de nadie.
Esta tarde, en el Mercado Central, en La Matanza, hablarán Kirchner y Scioli
¿Lo escuchamos juntos y después me cuenta?

(Jorge Giles. El Argentino. 25.06.09)

miércoles, 24 de junio de 2009

EL MODELO SOMOS NOSOTROS, LOS TRABAJADORES


José C. Paz y su pueblo fueron una fiesta. Llegaban caminando con sus hijos en brazos. Venían con un mate y un chipá recién salido del horno para compartir. Ayer estaban felices y orgullosos de verlo a Kirchner caminando por sus calles. Pugnaban por estirar sus manos hasta tocarlo, abrazarlo, decirle cosas y agradecer y reclamar al mismo tiempo.
Para esos miles de hombres y mujeres, ese que estaba allí no era sólo un candidato, sino aquel que cuando fue Presidente de los argentinos, no se rindió ante los poderosos, defendió los derechos humanos como nunca antes y recuperó el valor del Estado y del trabajo.
Los humildes saben valorar aquello que conquistan. Lo cuidan, lo defienden, lo quieren, lo comparten. Agradecen a la vida cuando construyen una alegría, por más chiquita que sea.
Es suya la alegría, como es suya la historia que hizo grande a la patria. Ellos son los que escriben una nueva síntesis histórica de nación y pueblo.
Son trabajadores de oficios varios, amas de casa, cartoneros, maestros y profesores, albañiles, camioneros.
No son actores de ocasión. Ni extras de un spot publicitario que los ofende mostrándolos como zombis que un día se despiertan a la vida y corren sin saber porqué. Aunque no pueden evitar, ni en sus avisos, mostrar a gente que hoy sí tiene trabajo.
En José C. Paz sabían la causa por la que estaban allí. Cantando esa cumbia que habla de la esperanza en ese pingüino que adoptaron hace rato y al que saludan nombrándolo “compañero y amigo”.
La Presidenta inauguraba, mientras tanto en otros lugares, nuevos buques de cargas y astilleros y plantas termoeléctricas, como invitando a tocar con las manos este país que se ha puesto de pie para seguir andando.
Uno se emociona cuando escucha a ese pueblo cantar como lo vio y escuchó ayer, caminando junto a ellos. Y se emociona más cuando un hombre de unos setenta años se acerca a este cronista y le dice “usted es el que escribe en El Argentino”.
No preguntó; lo afirmó sin vueltas. Y caminando como podíamos en esa multitud, nos contó a los borbotones que era chileno y socialista y que conoció a Salvador Allende y que cuando vino el golpe, lo torturaron los esbirros de Pinochet, pero él pudo escapar antes que lo maten.
Con lágrimas en los ojos dijo que estaba allí porque Kirchner le hacía recordar mucho a Allende, y sin decir más, nos entregó una hoja de cuaderno con un poema de su compatriota, el poeta de los pobres y los enamorados, Pablo Neruda:
“De tu destino dame una bandera, un terrón, una espátula de fierro, algo que vuele o pase, la cintura de una vasija, el sol de una cebolla: te lo pido por cuanto no hice nada. Y antes de despedirme, quiero estar preparado y llegar con tus trabajos como si fueran míos, a la muerte. Allí en la aduana me preguntarán cuántas cosas labré, corté, compuse, remendé, completé, dejé moviendo entre manos hambrientas y mortales y yo responderé: esto es lo que hice, es esto lo que hicimos.
Porque sentí que de alguna manera compartí lo que hacían, o mis hermanos o mis enemigos: y ellos, de tanta nada que saqué de la nada, de la nada mía, tomaron algo y les sirvió mi vida”.
Al despedirse, el humilde chileno nos dijo, “así como me ve, tengo el honor de haber recitado este poema ante el Presidente Allende el día que visitó la fábrica donde yo trabajaba en Santiago”
Un rato antes, en Capital, pudimos acercarnos hasta una vieja fábrica, hoy recuperada, donde se firmaron convenios entre el Ministerio de Trabajo y seis Cooperativas obreras.
El amplio salón fabril parecía un patio de escuela, con sus globos celestes y blancos, con carteles hechos a mano que decían “Ocupar, Resistir y Producir”, “Viva la dignidad de los trabajadores”, “Defendamos el modelo nacional y popular”
Luego de Noemí Rial y Enrique Deibe, habló el delegado general de los trabajadores, para celebrar el paso que estaban dando y cada una de las conquistas laborales logradas desde el año 2003 hasta hoy.
“El modelo somos nosotros”, dijo; “somos los trabajadores, es esta fábrica y todas las empresas recuperadas y son estas máquinas que vuelven a producir, son nuestras familias que dejaron de tener la angustia de sentirse a la intemperie y sin Estado que nos proteja, el modelo de país que defendemos es este que nos contuvo cuando nos quedamos solos”
El próximo domingo ellos seguirán caminando juntos a la hora de romper los cercos que los privatizadores nos vuelven a tender.


(Jorge Giles. El Argentino. 24.06.09)

martes, 23 de junio de 2009

CON LAS BANDERAS DE LA REBELDÍA BIEN EN ALTO


El Luna Park se pareció anoche a los sábados aquellos con Nicolino Locche.
Metido entre los pibes de la Juventud que fueron a apoyar a los candidatos del Frente para la Victoria, escuchamos a uno de ellos que hasta se imaginaba verlo al extinto campeón del mundo, recordando algún relato de su padre.
Las banderas de la rebeldía flameaban en lo alto.
Los candidatos y sus militantes, se parecen cada vez más a sus votantes.
Se abrazan con la gente humilde en las calles de San Miguel o Mataderos, como lo hacen Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Carlos Heller; o van al combate electoral en pomposas ruedas de prensa en plena city porteña, como lo hacen Gabriela Michetti, Elisa Carrió y Francisco De Narváez.
Los funcionales “por izquierda” muerden los talones del Gobierno popular de Cristina, tratando de socavar por ese flanco para tributar dócilmente a sus mandantes de la derecha. Allí están Solanas y todos quienes les tienden un manto de comprensión, quizás para lavar sus propias culpas.
Que esta vez el cuarto oscuro no sea una ruleta rusa para los argentinos. No hay derecho a semejante riesgo cuando debemos cuidar, entre todos, el empleo, la producción, el consumo, la cultura, los derechos humanos. No hay derecho a tirar por la borda los logros alcanzados.
Sancionemos con nuestro voto a los culpables de nuestros dolores colectivos. Seamos duros con quienes traicionaron el voto, desde Menem hasta De la Rúa.
Pero alcemos todas las banderas de la dignidad cuando se trata de defender a quienes son leales.
Hay que armarse de memoria ahora que algunos candidatos millonarios nos hablan desde la nada, desde el vacío, desde el olvido, desde la falsedad de un cambio que en verdad es una marcha atrás en este camino recorrido.
Vamos hacia la elección definitiva de un nuevo pueblo, de una nueva sociedad.
El próximo domingo, un pueblo se elegirá a sí mismo, eligiendo su propio destino. Y esta situación ocurre muy pocas veces en la historia.
En años anteriores votar a un candidato u otro no cambiaba mucho la realidad concreta de los ciudadanos. ¿Se acuerda como era?
Las diferencias estaban más en los envases que en el contenido de cada propuesta. Eran los tiempos donde la convertibilidad no se tocaba, el hambre y la desocupación tampoco, y las diferencias terminaban siendo de estilos, de conductas personales, de trayectorias. Pero el modelo de Cavallo no se tocaba en su esencia.
Eran muy pocos los que hacían oír sus voces, sustantivamente diferentes en el desierto del neoliberalismo dominante.
Hoy todos admiten que se enfrentan dos modelos opuestos. No es un enfrentamiento entre dos clases de sonrisas, dos estéticas, dos discursos más o menos iguales. Son dos modelos de país los que se enfrentan.
Esta vez no hay derecho a equivocarse.
Entre la vida y la muerte, no hay tercera posición, elegimos la vida. Entre la paz y la violencia, la paz. Entre estar desocupado y con empleo, elegimos trabajar.
¿Usted se imagina votando contra su empleo, contra la posibilidad de estudiar para usted o para sus hijos, contra la movilidad jubilatoria y la dignidad de nuestros abuelos, contra nuestros ahorros, contra nuestra línea de bandera, contra la posibilidad cierta de tener agua potable y cloacas en todo el país, contra nuestros maestros, contra América Latina?
Si su respuesta es “no”, entonces sabe a quién va a votar y a quien no.
Pero si aún duda, si la propaganda del neoliberalismo tardío perforó las paredes de su casa hasta meterse de lleno en su almohada, nos permitimos sugerirle, con todo respeto, que tome de las solapas a los injustos de ayer, de hoy y de siempre, y les diga que esta vez no podrán pasar sobre su conciencia, sobre su salario, sobre sus padres y sus hijos, sobre su memoria, sobre sus banderas.
Y si aún este gobierno y los candidatos que lo representan, le hacen ruido a su estilo y sus modales, acuérdese de aquellos que bailaban en cámara con las odaliscas, que se mostraban simpaticudos y alegres y no peleaban contra nadie. Esos tipos le metieron entre sonrisa y sonrisa la mano en el bolsillo a usted y a los jubilados, lo dejaron en la calle, le remataron el país, le robaron los sueños.
Si compartimos estos sentimientos, prepare la bandera por que la patria y el espíritu de Nicolino, este domingo que viene volverán a amanecer entre nosotros.

(Jorge Giles. El Argentino. 23.06.09)

lunes, 22 de junio de 2009

HAY QUE VOTAR POR LOS SUEÑOS


Llegó el último lunes, previo al desenlace final. El aire se carga de inquietud, de esperanzas, de viejos y nuevos interrogantes, de antiguos y renovados sueños.
Un cosquilleo entra a recorrer las espaldas del pueblo. Se nota en las calles y en los rostros.
“¿Qué será de nosotros?” Se pregunta el laburante, el que perdió todo en tiempos de Menem y De la Rúa perdiendo su fuente de trabajo, el que es parte de los cuatro millones de empleos recuperados desde que un flaco patagónico vistiera la banda presidencial jurando que no iba a ingresar a la Casa Rosada dejando sus convicciones en la puerta de entrada.
Su nombre, se sabe, es Néstor Kirchner, desaliñado en su ropaje pero firme a la hora de defender una causa, la suya y la del pueblo.
“¿Y qué será de nuestros sueños?” Se pregunta Juan Cabandié, ese argentino nacido en la Esma, cuando todavía era el domicilio del infierno durante la larga noche de los genocidas. Cuando sus amados Viejos se iban arrancados de la vida, pero lo dejaban a él para que siga la marcha que les negaron los asesinos. Juan es el que habló el día aquel que Kirchner rescató ese lugar de las tinieblas para llenarlo de luz y de memoria y de Madres y de Abuelas. Y de historia nacional y popular.
“¿Alguien cuidará de nosotros mañana?”, preguntan los jubilados que cobijan con sus canas este país que volvió a nacer a golpe de verdades y de justicia, temiendo que este presente de hoy corra un mínimo riesgo de retroceder hasta otro descuento del poco hilo de voz que les queda. Ya lo hicieron antes. Ya los humillaron. Ya los privatizaron. Ya los negaron antes.
Todo esto es lo que se pone en juego en esta encrucijada.
Y la suerte está en manos del pueblo.
Porque suyas son las viviendas que pudo comprar después tanto tiempo sin poder hacerlo.
Suyas son las escuelas y los hospitales y los caminos nuevos.
Suyos son los aviones de nuestras Aerolíneas Argentinas. Suyos son los ahorros de toda la vida. Suyo es el Correo. Suyo es el agua potable. Suyo es el bosque. Suya es la Patria. Suyo es el Estado de todos y para todos y no para unos pocos como era antes.
El próximo domingo habrá que votar con lo que se tenga a mano.
Votar por el salario y por los sueños. Por profundizar este modelo de soberanía y justicia y por los sueños. Votar por el terreno, el departamento nuevo, las vacaciones y por los sueños.
Esta vez los enemigos del pueblo tienen cuatro huesos duros de roer: el mundo, América Latina, la memoria y el buen gobierno de esta democracia.
El mundo gira, aunque no les agrade, en la misma dirección de Barack Obama. Es el Estado y no el mercado el que manda esta vez. La derecha quedó sin su brújula mayor.
América Latina está unida como nunca antes en toda la historia. Y en su adentro está Argentina. “O nos salvamos juntos o no se salva nadie”, dicen el Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba, México, Brasil, Paraguay, toda la sangre toda, todas las voces todas.
La memoria colectiva se sublevó nuevamente cuando Macri y De Narváez salieron a defender a rajatabla el modelo neoliberal que nos mató una y mil veces. Si esa memoria vota consecuentemente, los condenaría para siempre a volverse estampas del olvido, pegadas en las paredes y en las plazas para que sepamos todos que a ese pasado oprobioso no queremos volver nunca más.
Y finalmente pudimos tener un buen gobierno. Allí están las cuentas. Y allí está la vida que es lo que realmente vale.
Ya no podrán decir que del pueblo son las banderas y las utopías y de la derecha son los gobiernos “austeros y equilibrados”.
Miren cómo nos dejaron el país en el 2001 y el 2002, los “eficientistas” del FMI de los años noventa.
Mientras el mundo cruje y se cae de norte a sur, la Argentina es hoy una barca con timón seguro, atravesando la tempestad que viene de afuera.
Los laburantes, los Juancitos, los abuelos y los maestros empezaron la vigilia semanal. Hablarán con sus vecinos y amigos y no tan amigos, para convencerlos.
De Narváez, Macri y Carrió declararon la guerra contra sus sueños de un país más justo. Y los que siguen soñando, saben que deberán triunfar con millones de votos para que la paz sea duradera, sea justa, sea digna.
El humilde Huracán de Ángel Cappa, es una metáfora del país soñado.
El próximo domingo no se elige sólo un candidato, se elije un país y un modo de vivir. Es para estar orgullosos, si el que juega la final es Usted.


(Jorge Giles. El Argentino. 22.06.09)

domingo, 21 de junio de 2009

¿Y SI ÉSTA VEZ NOS ANIMAMOS?


Hoy es un día importante por que es el Día del Padre. En homenaje a todos ellos, vaya nuestro saludo emocionado, levantando nuestras copas por los que están presentes y por los que habitan con sus almas en el lugar más bello de nuestros afectos.
El domingo próximo, por otras razones, también será un día importante en la vida democrática de los argentinos. Se definen varias cuestiones trascendentes y definitivas para la suerte de cada ciudadano, en particular y para el destino del pueblo argentino, en general.
Será el día que nos igualamos entre todos a la hora de poner el voto en las urnas, el día que dependerá de nuestra pura voluntad el resultado final y el día que las tribunas quedarán vacías porque entramos todos a la cancha, sabiendo que se juega el destino de la patria.
En este domingo previo, es necesario reflexionar sobre estas elecciones con los amigos, con la familia, con el hombre que está solo y espera en el mismo café donde usted disfruta su descanso de fin de semana, con el mozo, con la señora de la verdulería, o en soledad si prefiere.
Hágalo tranquilo, sabiendo que esta vez está a punto caramelo la posibilidad de construir en este país tan bello que tenemos, un territorio donde aseguremos que nuestros hijos y nietos vivan mucho mejor que nosotros.
Hay que dar vuelta la taba de nuestra suerte nacional. Ponerla nuevamente en los antiguos lugares donde los sueños eran posibles, los sueños de una casa propia, de una mejor educación, donde los hijos de los trabajadores puedan ingresar a la universidad pública, de una salud de excelencia, de un empleo decente, digno y con salarios justos.
Por supuesto que no es fácil ¿o alguna vez lo fue para el pueblo?
En esta semana que culminó, fuimos testigos de un “sincericidio” por parte de candidatos como Prat Gay que propuso volver a endeudarnos con el FMI, mientras Macri, De Narváez y Gabriela Michetti dijeron sin tapujos que el voto que piden a la ciudadanía es para volver a privatizar las jubilaciones, Aerolíneas Argentinas y el sistema de agua potable; en tanto, Carrió salió a sostener la necesidad de reflotar la Alianza que padecimos con De la Rúa pero ahora con los radicales de Stolbizer y los de Cleto Cobos.
En la banquina izquierda de este intento de restaurar el modelo neoliberal, se ubican candidatos cinematográficos como Solanas que al socavar la posibilidad de profundizar el actual modelo, terminan siendo funcionales a la derecha, como muy bien describió Carlos Heller.
Cuando Néstor Kirchner y el Gobierno de Cristina, afirmaron hace unos meses que en estas elecciones se enfrentarían dos modelos de país, las voces mediáticas de la derecha pusieron el grito en el cielo. Que se dramatizaba. Que se exageraba. Que se sobreactuaba. Dijeron. Hoy ya lo aceptaron.
Se consolida y profundiza este modelo gobernante que defiende el empleo, la producción nacional, la cultura, los derechos humanos, la redistribución del ingreso, la justicia independiente, en definitiva del rol del Estado, más la integración soberana con los países hermanos de América Latina, con el MERCOSUR y con la UNASUR.
O se crean las condiciones para la restauración del modelo neoliberal que los argentinos ya sufrimos desde la dictadura genocida en adelante, Menem y De La Rúa inclusive.
En ese modelo no cabía ni cabe la participación decidida del Estado en defensa del empleo y en la recuperación de las empresas en riesgo de cerrar. En ese modelo sólo manda el dios mercado. Lo vivimos y lo sufrimos, Martínez de Hoz y Domingo Cavallo mediante.
En este marco no podemos confundirnos.
Hay que animarse a vivir en estado de permanente rebeldía. Hay que cerrarles el paso a los conservadores del viejo orden. Esta vez contamos del lado de la rebeldía y de los sueños al propio Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Habrá que acumular mucha pasión, muchos sueños, mucha alegría y mucha crítica y autocrítica para poder sostener y profundizar este país que recuperamos con Néstor Kirchner hace apenas seis años atrás.
Dependerá de nuestro voto, si ingresamos con éxito al nuevo siglo o retrocedemos a lo peor del siglo que pasó.
¿Y si esta vez nos animamos a construir definitivamente un país más justo?
Mientras lo pensamos, vaya nuevamente el deseo de un Feliz Domingo para todos los Padres.


(Jorge Giles. 21.06.09)

El próximo domingo los argentinos decidirán su ingreso definitivo al siglo XXI. O no.

El voto irá en dos direcciones posibles. Empujando la profundización del modelo que nos gobierna desde el 2003 o haciendo retroceder los avances sociales alcanzados en estos seis años, hasta restaurar el modelo neoliberal de la dictadura, de Menem y De la Rúa.

No es un juicio de valor. Es apenas un retrato de la coyuntura, facilitado por la nitidez con que hoy se pueden apreciar los proyectos políticos en pugna.

Es el poder lo que está en juego, cuando se dice que se enfrentan dos modelos de país.

La disputa por la redistribución del ingreso, la defensa del empleo, la producción nacional, la cultura, en definitiva el rol del Estado, se transformó en una disputa democrática colectiva a resolver en un solo acto, en una sola votación.

Los grandes medios juegan sus preferencias descaradamente, premiando a unos y maltratando a otros. Dejan en claro que el voto a favor de la “125” tiene su reconocimiento.

Seguimos lamentando la funcionalidad con la derecha de cierto progresismo placebo; por que la batalla esta vez no es “contra las injusticias”, en tanto consigna, sino contra el núcleo de poder económico que las genera.

Cuando ello ocurre en la historia, muy de vez en cuando, o se acumula a favor del polo transformador o se es funcional al polo conservador de la sociedad, sin términos medios.

Esos dos polos son los que batallan hoy entre sí, buscando avanzar en todos los terrenos en que se da la disputa política y cultural por la hegemonía de un modelo u otro.

Cuando la derecha abandona sus máscaras, como lo hizo ahora, para hacer neoliberalismo explícito, defendiendo las políticas de ajuste, las privatizaciones, la centralidad del mercado y el achicamiento del Estado, no está quemando su propio cajón. Está quemando las naves del sector social que sostuvo el modelo de Martinez de Hoz y Domingo Cavallo, alarmada por el proceso de transformaciones que anidan aquí y en toda América Latina, en medio de semejante crisis mundial.

En esta etapa de la historia, las fuerzas del cambio están en el Gobierno nacional y las que representan el orden conservador, en la oposición, asistido por aquella progresía que les aporta un marketing invalorable, travestido de “conciencia de lo puro”, justo cuando se vuelve a discutir el poder real en la Argentina.

Le asienta al talle un discurso inocuo, que habla de generalidades “por izquierda”, mientras por derecha defienden todo el poder.

Hay momentos que son intrascendentes y permiten la pereza y la comodidad de las conciencias. Pero hay otros donde se juega el destino de cada uno y el de todos al mismo tiempo.

La memoria colectiva dice que éste es uno de ellos.


(Jorge Giles. Miradas al Sur. 21.06.09)

jueves, 18 de junio de 2009

A CONFESIÓN DE PARTE, RELEVO DE PRUEBAS


Confesaron, al fin lo hicieron. Los opositores unificaron su discurso y todo quedó más claro. El vocero fue Mauricio Macri, disparando munición gruesa contra el Gobierno nacional, contra la recuperación de Aerolíneas Argentinas, contra la jubilación de nuestros queridos viejos y contra la unidad latinoamericana sostenida en estos años.
Macri, De Narváez y Carrió piensan semejante.
La novedad es que ahora confesaron, sin pelos en la lengua, que buscarán la vuelta del modelo que defendieron con Carlos Menem y después con De la Rúa.
“Basta de Estado, que vuelva el Mercado”, es su consigna.
Busque esas declaraciones si prefiere no guiarse por esta humilde prosa. Léalas por favor. Le están proponiendo volver al 2001. Aunque para seducir incautos, hablan como si fueran ángeles escapados de un paraíso perdido, tiernos candidatos devenidos en profetas eyectados de un mundo que voló por los aires.
Ellos lo saben. Por eso intentan atrapar un voto más para volver al jolgorio neoliberal donde se enriquecieron, a costa de millones que se empobrecieron.
“Vienen por mi voto”, me dice sabio y burlón, un parroquiano que los mira por la tele. Y le hace un digno corte de manga a la pantalla.
De vez en cuando es necesario endurecer la bondad y poner en remojo la memoria para no extraviar el camino.
No hay que olvidar que fueron ellos los culpables de tanto dolor popular. Los que nos despojaron de los trenes y los barcos y los aviones de Aerolíneas. Los que dijeron alguna vez que nos cortarían en pedazos y sin anestesia para que las cuentas cierren. Nos mutilaron las alas que nos unían por historia a los pueblos latinoamericanos, a cambio de indignas relaciones carnales con los guardianes del mundo. Fueron ellos. Los mismos que hoy vemos en la tele travestidos de “nuevos”.
Quieren volver nuevamente.
Son los que nos robaron los ahorros de los trabajadores y los entregaron a los delincuentes de guante blanco de las Afjp. Son los que nos quebraron el derecho a una jubilación digna. Los que les rebajaron un 13 % a nuestros abuelos y los trabajadores. Nos dejaron en la intemperie del desempleo más cruel que registra la memoria colectiva. Permitieron que los asesinos y genocidas quedaran en libertad, los indultaron, los premiaron, los escondieron de la justicia.
Son los huérfanos de Cavallo y Martínez de Hoz que impusieron un corralito para nosotros mientras se ellos se tomaban el buque. O el helicóptero, de acuerdo a la ocasión.
Esos tipos ordenaron reprimir a palazos a las Madres del pañuelo blanco y matar a los pibes y a los trabajadores que salieron a las calles, a las plazas, a los puentes a repudiar al neoliberalismo que nos hundía desde el golpe del 76.
Ellos fueron y lo sabemos todos.
Somos todos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario.
Todos, menos ellos.
Esos que tienen carné de impunidad, con nombres y apellidos de ricos y famosos, los que vendieron a la patria. Y todo por dos pesos. Muchos de esos tipos hoy son hombres de fortuna, millonarios de sonrisa fácil y buena digestión, en este país quebrado que nos dejaron después del gran incendio que provocaron en su fuga.
No estamos eligiendo sólo una lista de candidatos legislativos. Estamos eligiendo el modelo de país.
Macri, que lo sabe bien, habló y encolumnó a su tropa.
Dicen que los rapaces también tienen memoria y por eso vuelven al lugar del crimen.
Por fin reconocen que el 28 de junio se enfrentan dos modelos de país.
El de la derecha neoliberal, ayudada por los colaboracionistas que socavan por “izquierda” (y al que le quepa el sayo que se lo ponga) y el modelo gobernante que ayer entregó los primeros 61 mil títulos primarios y secundarios del Plan Fines, para jóvenes y adultos, en manos de la Presidenta de la Nación.
La batalla electoral es dramática por que hay dramas sociales por mitigar.
Pero hay que ir a la pelea, cantando. Como lo hacen los pueblos cuando elijen su destino.
Hay que tener memoria. Con eso alcanza. No hay que guardar rencor. Sólo indignación. Los injustos, los traficantes de lodo, los culpables de nuestras antiguas tristezas, son los que odian y ajustan para abajo cuantas veces les convenga.
No hay nada que temer. En la profundización del modelo nacional y popular, está el porvenir que este pueblo se merece por derecho propio.



(Jorge Giles. El Argentino. 18.06.09)

miércoles, 17 de junio de 2009

UN VOTO PARA VIVIR CADA VEZ MEJOR


Mientras cruje el mundo, la Argentina sigue aguantando y creciendo.
Se acaban de difundir algunos datos sobre nuestra economía, que ayudan a contrarrestar desde la pura verdad, aquellas profecías apocalípticas con que algunos jinetes de cabotaje salieron a asustar a la población a falta de argumentaciones más inteligentes y más creíbles para sus propias campañas electorales.
Para no aburrirnos, veamos sólo algunos de esos datos.
Aumentó significativamente en la primera mitad del año, el consumo de energía eléctrica en todo el país. Junto a la construcción, que también aumentó, este es un dato que los economistas tienen muy en cuenta a la hora de medir la marcha de la producción industrial.
Sigue escalando sin encontrar techo alguno, el gasto en turismo nacional. Así ocurre, especialmente, en los fines de semana largo transcurridos desde el mes de enero hasta acá.
Se está produciendo el mayor registro de argentinos que regresan a la patria después de estar exiliados en Europa debido a la crisis del 2001. La noticia dice que casi todos los inmigrantes extranjeros por razones económicas que provienen de América Latina, están regresando a sus respectivos países espantados en parte por la crisis económica mundial con epicentro en los EE.UU. y Europa, pero por sobre todo, motivados por el momento esperanzador que vive nuestro continente.
Pues bien, los argentinos encabezan el lote de los que pegan la vuelta al pago.
Aumentó el acceso de Internet en un 14,5 % en el último año, sumando así casi 3 millones y medio de usuarios.
Un estudio de la Universidad Di Tella indica que el ICC, Índice que mide la Confianza del Consumidor, acumula tres meses consecutivos sin caídas y dos meses seguidos de suba constante. En ese marco, se recupera la predisposición para la compra de electrodomésticos, automóviles y casas en un 6, 8 %.
Estos índices, más los anteriores, demuestran con certeza estadística, el aumento de la confianza, personal y colectiva, de distintos sectores sociales, en el modelo económico que desarrolla el gobierno nacional.
Ayer, además, la Presidenta anunció nuevas medidas a favor de la exportación de trigo, maíz y carne. Estos son datos concisos, palpables, demostrables. Que no niegan todo lo que aún falta por recorrer, por corregir, por alcanzar y que siempre será más que lo ya alcanzado.
Pero cuando en un aviso de campaña, una abuela, un trabajador, un hijo de desaparecidos, una vecina, un comerciante, un científico, dicen la frase “yo sabía que alguien más se iba a enojar junto a nosotros”, todos sabemos que están hablando de la vivencia concreta que experimentan los argentinos desde el día que asumió la presidencia del país, Néstor Kirchner.
Al que tiene su corazón mirando al sur del sur, se le atraganta una emoción que lo lleva a unir esas imágenes con lo mejor de sus sueños.
Al que no tiene esas simpatías, le parecerá quizás un tanto curioso que a diferencia de las otras campañas partidarias, la del oficialismo no haga centro en la figura de los candidatos, sino de gente común, que puede exhibir sus documentos de identidad, como si fueran la voz y la imagen de otros millones de voces anónimas que piensan de manera semejante.
Todos deberíamos reflexionar muy racionalmente sobre nuestro próximo voto, sin dejarse amedrentar por aquellos a los que no les asiste ni la moral ni la historia en su favor para aventurar pronóstico alguno sobre nuestro futuro.
No es tan difícil discernir sobre el porvenir que elegimos cuando contrastamos los datos de nuestras vivencias cotidianas, con los augurios de economistas como Prat Gay que aconseja volver a endeudarse con el FMI y enfriar la economía. O como otro referente de la derecha, Francisco De Narváez, asesor principal y potencial ministro de Carlos Menem en el 2003, que busca reconfigurar el Parlamento para destruir la política de unidad con los países latinoamericanos, hacer retroceder la política económica del gobierno y desandar el fomento del Estado en políticas de empleo y producción.
El próximo 28 habrá que defender convicciones y también el acceso a la educación, al empleo, al merecido turismo, a una jubilación digna, a una vivienda propia.
Que para eso sirva el voto. Para vivir cada vez mejor.


(Jorge Giles. El Argentino. 17.06.09)

martes, 16 de junio de 2009

SÓLO LA MEMORIA NOS HARÁ LIBRES

Ayer, al caer la tarde, habló Néstor Kirchner en la Ciudad de Buenos Aires. Y la pelea por el modelo de inclusión social y la construcción de organización popular para defenderlo, se trasladó hasta el último rincón de los barrios porteños.
También ayer, la Presidenta defendió en Ginebra, Suiza, ante la Asamblea mundial de la OIT, el valor del empleo, el vínculo laboral y el modelo de redistribución del ingreso que impulsa su gobierno.
Sin ambigüedades exhortó, desde el ejemplo concreto de la experiencia argentina, a que el mundo vuelva a girar sobre un eje que estructure la vida en base a la producción y el trabajo.
Y por que sólo el trabajo crea cultura.
Es necesario, propuso con mucha firmeza, que la OIT esté representada en el G 20, porque son los trabajadores, los empresarios y todos quienes expresen a la producción, los protagonistas del mundo nuevo que hay que alumbrar.
En tanto, aquí cerca, en Cañuelas, una investigación periodística difundida por el Canal público, ponía al descubierto al menos treinta cuerpos enterrados como “NN” en el cementerio local, asesinados de manera brutal durante la última dictadura.
El horror no es un incunable de archivo, ni un gris de ausencia en la memoria.
Para demostrar que hay crías de la serpiente en los lugares más insospechados, se supo ayer que el que fuera el médico legista de los genocidas que tiraron a esos muertos en las calles de Cañuelas, es hoy un alto funcionario de la gestión local.
Aunque duela, hay que reconocer que la infección del terrorismo de estado se coló hasta los huesos de nuestra sociedad democrática. Infectando algunos medios de comunicación, instituciones, partidos políticos, clubes, etc.
Los masacrados un día como hoy, el 16 de junio de 1955 en Plaza de Mayo, siguen abriendo los ojos para interpelarnos a través de estos otros masacrados.
Hay que detener tanto odio de los intolerantes de ayer y de siempre, los que achican la línea del horizonte hasta asfixiarnos y condenan a cadena perpetua a todos los que sueñan con un país tan grande como cabe en la esperanza de un pueblo.
Hay que animarse a sostener el brinco del futuro, no amilanarse ante el poder de fuego que exhiben los injustos, hay que avanzar hacia las utopías, hincarle el diente al pan nuestro de cada día ganado con el sudor de la frente, la de todos quienes trabajan.
No estamos tan lejos de poder hacerlo.
La reunión del espacio cultural “Carta Abierta”, con Néstor Kirchner y Carlos Heller, está mostrando algo más que un intercambio de ideas con los candidatos del Gobierno de Cristina. Está señalando un camino posible para la articulación de lo que estuvo ausente en otros procesos de cambio.
Hay que aprender a conjugar esos espacios tan necesarios. La política, la gestión de gobierno, los trabajadores, la cultura, el pensamiento, el pueblo, los sectores medios de la sociedad. Son todos espacios convocados por su propia historia a estar juntos para construir un país más justo.
Cuando se disocian no ganan los mejores, sino los peores.
Para poder hacerlo habrá que evitar consumir las mentiras de los multimedios en lo que resta de campaña electoral. No creerles prácticamente nada. Desconfiar de sus presuntas verdades. No caer en la trampa en que cayeron aquellos que, por un minuto de gloria mediática, abandonaron sus viejas y honrosas banderas y el barco colectivo que defiende como puede un destino de justicia social y profundización de la democracia en todos los frentes. Terminan sirviendo a los poderosos. Y hay vergüenzas, de las que resulta difícil volver.
No fue hace mucho tiempo cuando la llamada “flexibilización laboral” justificaba el desamparo de los trabajadores. Advierta usted el discurso de los candidatos de la derecha en sus dos versiones, el macrismo de Michetti-De Narváez y la alianza cívica radical de Prat Gay y Stolbizer, y encontrará una fiel copia de las políticas seguidas desde el menemismo hasta el 2002. No lo decimos nosotros. Lo dicen ellos. Que habrá que aplicar un ajuste, volver al FMI para endeudarnos, enfriar la economía. ¿Se acuerda de estas recetas?
Mejor que nos acordemos.
Por que sólo la memoria nos podrá hacer un pueblo de libres.

(Jorge Giles. El Argentino. 16.06.09)

lunes, 15 de junio de 2009

CARTA DE UN OBRERO MILITANTE A SU HIJO






*** Cortometraje realizado por los compañeros Maximiliano Miranda y Mariana Pérez.

domingo, 14 de junio de 2009

EL PAÍS DE LUÍS ES EL PAÍS DE TODOS


El marco era un acto, el viernes último, en la fábrica recuperada por la Cooperativa “Los constituyentes” en Villa Martelli.
La Presidenta relató la primera historia y a todos se les escapó una lágrima. Hablaba del abogado, hijo de trabajadores, que se dedicó a especializarse en quiebras de empresas pero aclarando que era “abogado del lado los laburantes” y que ahora estaba al frente del movimiento de empresas recuperadas.
Después relató aquella que los mismos trabajadores le contaron. La historia del quiebre de la empresa, la desocupación inmediata, la resistencia y la toma de la fábrica y seguir peleando con los que quedaban. Hasta que un día de lluvia lo encontraron a Luís, uno de ellos, en la calle. Se había transformado en un digno cartonero. Los compañeros lo abrazaron, se fueron a tomar un vinito y lo convencieron para que vuelva a la fábrica con ellos.
Luís volvió y ahora estaba allí, con todos ellos, escuchando hablar a la Presidenta de la Nación hablar de su historia, de su ejemplo, de su altura de obrero argentino.
Cristina empezó a hablar del país de Luís y de todos los Luises y a decir que ella era parte de ese país. Para no llorar.
En otro lado, al sur, en Avellaneda, Néstor Kirchner caminó 30 cuadras envuelto en el abrazo de su pueblo.
Alguien, a nuestro lado, dijo a su hijo adolescente, “míralo, ese hombre que allí camina, es el mismo hombre que cuando fue Presidente enfrentó al entonces mandamás del mundo, George Bush, y le dijo No al ALCA”.
El humilde cronista que somos, empezó a volar al compás de la marea humana.
Habrá que contar todas las caracolas y las piedritas y las poesías que juntamos en estos últimos años.
Habrá que recordar que ya no se llevan el dinero de nuestros ahorros las AFJP, a un paraíso fiscal que sólo fue paraíso para los piratas neoliberales de guante blanco.
Habrá que saber que los escritores y dramaturgos y poetas y pensadores de Carta Abierta patean todos para el mismo lado de estos vientos que vienen del pueblo. Y saber que hay muchas cosas para corregir y reformular y anular si fuese necesario hacerlo. Pero por sobre todo, que nadie vuelva a robarnos los domingos de sol con sus gases lacrimógenos y su caballería y sus relaciones carnales con los tránsfugas y poderosos que andan por el mundo.
Faltan apenas dos domingos para que decidamos sobre nuestro destino como pueblo y nación. Todo está a la vista como para impedir que nos confundamos a la hora de elegir.
¿Por dónde andará la campaña electoral en las últimas dos semanas?
Francisco De Narváez, el millonario candidato pelirrojo, seguirá acompañado por el sojero De Angeli, ese patrón rural travestido que hace muy poco maltrató al ex Presidente Kirchner, el patagónico que un día se paró frente a la tenebrosa ESMA para devolvernos a todos la dignidad de recuperar la verdad, la memoria y la justicia y que ahora estaba a dos metros nuestro, entreverado con el pueblo de Avellaneda.
Habrá que ser prudente a la hora de juzgar las conductas de quienes se presentan para ganar el voto de una sociedad que ya bastante sufrió las destemplanzas y traiciones de los deshonrados. No lo decimos por nadie en particular. Sólo hacemos algo así como un llamado a la solidaridad. Pero hay que cotejar lo que se dice con lo que se hace.
Del lado del radicalismo y su alianza con Elisa Carrió y Julio Cobos, se armó la gorda a partir de la reunión que el vicepresidente opositor mantuvo con De Narváez. Se tiraron con todo entre ellos mismos. Es, obviamente, la segunda parte de una interna que se inició cuando los radicales impugnaron al máximo representante de Cobos por estar involucrado en una causa de prostitución de menores; luego siguieron con una denuncia ante la justicia electoral solicitando se anulen todas las listas colectoras que responden a Cobos en la provincia de Buenos Aires.
¡Mama mía si estos opositores fueran alguna vez gobierno!
Lejos de estas rencillas opositoras, Carlos Heller, trajina día y noche por los cien barrios porteños, y con él caminan Tito Nenna, Julio Piumato, Noemí Rial y esa muchachada que expresa las ganas de no volver atrás. Nunca más.


(Jorge Giles. El Argentino. 14.06.09)
Para comprender todo lo que se pone en juego en estas próximas elecciones, habrá que ir muy atrás en la historia y entender que los movimientos populares siempre procesan las contradicciones y conflictos irresueltos del país, a través de un cuadro de situación de doble entrada, que los impacta en su propio centro de gravedad.
Una entrada que procesa las contradicciones del país en su conjunto y otra, que resuelve las del propio movimiento popular.
Las relaciones de fuerza en cada etapa, pondrán el signo distintivo.
Será Scalabrini Ortiz quien más temprano advirtió este proceso a mitad del siglo XX. Lo seguirían Cooke, Hernandez Arregui y otros pensadores nacionales, preocupados en fortalecer una de las vertientes de esa situación, la nacional y popular, denunciando en consecuencia, a los factores encargados de colonizar el desarrollo del pensamiento autónomo.
Fueron y siguen siendo diversos los actores del progresismo político que acompañan, desde su propia identidad, este dato insoslayable en la historia de los movimientos populares en la Argentina. Otros, lamentablemente no.
Hay una nación y un movimiento liberador, inconclusos. Ambos se corresponden y condicionan mutuamente, en la búsqueda de una resolución victoriosa.
Tanto la voluntad política expresada por el gobierno popular como la que dirige el espacio social que lo acompaña, determinan la estrategia para la construcción de esa resolución. Lo que no suma a esta dirección, contribuye inexcusablemente a su debilitamiento.
En este marco conceptual, es que decimos que el 28 de junio será una batalla cultural estratégica.
Importan y mucho las batallas por las cosas cotidianas, por el empleo y la producción, por la soberanía. Pero, es la propia cultura la que triunfará con los candidatos que representan el modelo de país que gobierna. O será la derrota de valores culturales recuperados, la que acontecerá si sucede lo imprevisto.
Cuando muchos, como Carlos Heller, afirman que “si al gobierno le va mal, viene el macrismo y la derecha”, no están utilizando una tarjeta de campaña.
Están poniendo blanco sobre negro las consecuencias de un resultado u otro.
Ya sabemos que los actores del pasado, del signo que fueran, acechan sobre el cuello de un proyecto que, con sus luces y sombras, recuperó el valor de la política, de los derechos humanos, del trabajo, de la unidad latinoamericana, del Estado regulador.
Con prontuarios incluidos, la oposición de derecha se ubica en las antípodas de este camino recuperado.
Habrá que recordarlo cuando llegue la hora de concurrir a ensobrar el destino colectivo y ponerlo en una urna de la democracia.



(Jorge Giles, Miradas al Sur. 14.06.09)

viernes, 12 de junio de 2009

MI ÚNICO HEREDERO ES EL PUEBLO


Estamos llegando al tramo final de la campaña electoral.
El proyecto del gobierno exhibe sus logros como una carta de presentación y garantía hacia el futuro inmediato.
La oposición no puede disimular su orfandad de planes alternativos, sus profundas rencillas internas y como si todo esto les resultara insuficiente para su descrédito, aparecen publicados los antecedentes judiciales de algunos de sus principales candidatos.
No coincidimos con quienes afirman que en esta campaña no se discutieron proyectos. Por el contrario. Creemos que, como nunca antes, en las conductas de los candidatos quedaron al trasluz las diferentes y hasta antagónicas visiones del país de los argentinos.
Un país se hace haciendo, no hablando en el vacío.
Tampoco coincidimos con quienes afirman que es esta una “campaña sucia”.
Sucios son los prontuarios de algunas personas.
La justicia actúa, los medios publican y la gente opina.
Hay quienes consienten como válida la evasiva a la justicia y hay otros que opinan que hay que presentarse sin escudarse en los fueros.
Una campaña es sucia cuando se inventan cosas sucias para arrojarlas sobre la honra del adversario. No cuando se publican las investigaciones de periodistas probadamente responsables y honestos que dan cuenta de la ruta del narcotráfico, por ejemplo.
Hay que decir la verdad. No hay que ensuciar la prosa periodística.
Pero en este fin de semana, no queremos detenernos en lo que huele a podrido en algunos campamentos partidarios.
Queremos reflexionar sobre el acto multitudinario en que la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, hizo entrega de las 1.340 viviendas que forman parte de un plan habitacional para los sectores más humildes de la provincia de Buenos Aires.
Ocurrió ayer en José C. Paz, en el territorio más profundo del conurbano bonaerense. Pero podría ocurrir igual en La Matanza, en Merlo, en La Quiaca.
Allí donde los más humildes muestran sus rostros tallados como por un rayo de humanidad y bondad milenarias.
Allí donde el idioma común es la solidaridad a flor de piel entre los pobres.
Allí donde la gente habla también con sus ojos.
Con miradas que conmueven hasta los huesos. Que despiertan todas las memorias.
Que convocan, que aclaran, y vuelven a conmover.
A lo largo de varias cuadras, una verdadera multitud acompañó y celebró cada uno de los conceptos vertidos por Cristina, particularmente los referidos a su objetivo de ayudar a construir un país con igualdad de oportunidades, con escuelas, fábricas y trabajo para todos, a la necesidad de garantizar un crecimiento sostenido a favor del pueblo por veinte años más, a retomar las banderas que hicieron grande este país, en reivindicar el rol esencial de la mujer como sostén principal del núcleo familiar y en comprometerse personalmente en dejar todo de sí para alcanzar, más temprano que tarde, una patria con justicia y equidad social.
“Cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, afirmó la Presidenta casi al borde de las lágrimas.
Cuando Cristina señaló que celebraba a ese pueblo esclarecido, sintiéndose una más entre ellos, se hizo ver en toda su dimensión, ese paisaje de miradas profundas, alegres hasta el llanto, de las mujeres y los hombres que participaban del encuentro en la soleada tarde.
“Mi único heredero es el pueblo” dijo Perón un día como hoy hace 35 años.
Son ellos, los herederos.
Hay que saber retener en la memoria esas miradas del pueblo. Tomarse de ellas como quien se toma de la mano del otro para caminar más seguro, para ver mejor, para compartir una emoción, una bandera, una causa común.
Ahora que va llegando el día de decidir nuestro voto, hay que medir las conductas de vida y los modelos de país que se enfrentan en las urnas, y poner las cosas en su justo lugar para no perder nunca más la huella.
Los pobres de este país ya sufrieron bastante en el pasado como para truncarles el paso que los lleva a un futuro mejor, de pleno empleo, de esperanzas colectivas.
Los sectores medios que volvieron a recuperarse después de la debacle del 2001 y 2002 no se merecen ver frustrados sus horizontes de recuperación y crecimiento.
En todas esas miradas habrá que ir pensando, a la hora de ponerle un voto de confianza a todo lo hecho hasta aquí. Corrigiendo todo lo que esté mal. Pero sabiendo que lo mejor, aún está por venir.



Jorge Giles. El Argentino. 12.06.09

jueves, 11 de junio de 2009

DE LA BANELCO A LA EFEDRINA


Dicen que Julio Cobos y Francisco de Narváez se admiran mutuamente.
Algunos hombres suelen parecerse en el oscuro deseo por las mieles del poder.
Ayer se los vio juntos, retratados en el despacho senatorial del vicepresidente, sonriendo, felices de la hazaña mediática.
Ellos pudieron hacerlo, en un lugar institucional varias veces violado y saqueado, ninguneando una cédula judicial que citaba al candidato, casi para la misma hora. Rompiendo todos los códigos de la prudencia y el respeto republicano a un Parlamento que parece verlo todo, sin ponerse colorado.
Desde la causa Banelco hasta un presunto vínculo con la causa de la efedrina.
Mírela bien por que esa foto no es una anécdota más. Es un fresco de este tiempo. Dos tipos audaces. Dos versiones recicladas del menemismo y el delarruismo, duchos en mandar señales a varias puntas.
A la justicia, recusándola y sacándole la lengua con la arbitrariedad de un fuero. Burlando el consejo cívico de presentarse y aclarar de una buena vez las cuentas pendientes en los tribunales.
A la Presidenta de la Nación, traicionándola una y mil veces.
A la sociedad argentina, advirtiéndole que con ellos no se jode, que ellos son el núcleo duro del poder, que suyas son las vacas, la soja, todo el dinero del mundo. Y todo el silencio que quieran.
Sólo los autoritarios hacían cosas así. Los que se sentían dueños de la vida y la hacienda de los ciudadanos de a pie, los que ordenaban que sobreviva o que muera Juan o Pedro o María, los que quemaron los libros y asesinaron a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Roberto Santoro, Germán Oesterheld, ellos sí que provocaban a destajo, humillaban, emboscaban la inocencia, la esperanza y la justicia allí donde asomaran la cabeza.
No hay dolor más lacerante que la tristeza de sentirse solo y humillado. El taconeo infame de los genocidas haciéndose sentir con su risa de hienas, estremece la memoria de los ultrajados. Mandaban ellos. Dominaban. Reinaban. Encarcelaban. Torturaban. Desaparecían. Mataban. Y lo hacían saber a cada rato a sus víctimas. Es decir, a un pueblo entero.
Al final de la faena, marchaban a la mesa familiar, porque también ellos decían ser “tipos comunes”.
A ese pasado no habrá que volver más que con la memoria para recordarlo.
Y por que la democracia no debería parecerse jamás a las dictaduras.
La reunión Cobos-De Narváez es un acto de contracultura antidemocrática. Hiere a las instituciones. Lastima el alma de la democracia. Pisotea la política en su más excelsa magnitud. Amordaza la palabra. Es un acto de violación contra la buena fe de la buena gente. La complicidad exhibida ayer le puso un traje de arlequín a la señora de los ojos vendados, la baboseó a plena luz del día.
Parecen jugar con fuego. Y lo saben y lo muestran impúdicamente.
¿Lo hacen porque se saben promotores de incendios?
Si no pueden reinar con inmunidad ¿están avisando que lo harán desde los albañales?
Las veces que gobernaron desde los mismos intereses que ellos representan hoy, fue por que desacoplaron nuestro destino de libres para atarnos al carro de los poderosos.
Pero mal que les pese, la Argentina camina en la misma dirección de los vientos que soplan en el mundo y particularmente en Latinoamérica.
Ahí está la carta de Ángela Merkel, la Canciller alemana, invitando especialmente a Cristina y al país a una reunión extraordinaria del G-20, el grupo compuesto por los veinte países más importantes del mundo.
El Gobierno argentino respondió aceptando el convite y adelantando que irán a sostener la superación definitiva de los viejos paradigmas del neoliberalismo y su economía de especulación, promoviendo aquellos que sustentan su arraigo en la defensa del empleo, la producción y la dignidad de los trabajadores.
El modelo de redistribución del ingreso es eso.
Es un viento colectivo que empuja hacia adelante. Que se corrige a si mismo.
Que vale si amplía la inclusión social. Pero que vale mucho más si logra redistribuir la palabra, la cultura y la esperanza.
Hay que reconstruir el tejido social todos los días, defendiendo esos vientos.
Pero también construir entre todos, los sueños de un país más justo y más bello. Solidario siempre, pero con los que menos tienen.


(Jorge Giles- El Argentino. 11.06.09)

*** Fotomontaje por Clan "recuperón"

miércoles, 10 de junio de 2009

UN FRÍO POR LA ESPALDA


Ojalá que el neoliberalismo y el narcotráfico fuesen piezas de una pesadilla de otro mundo, lejos de nosotros.
Ojala nada de lo que fue publicado en estos últimos días contra Francisco De Narváez fuese cierto. Se descartaría un sospechoso y se reafirmaría una persona de honor.
Ojala que se llegue al día de la elección sin otro sobresalto que la confrontación democrática entre dos modelos de país en disputa. El Gobierno nacional debatiendo a través de su gestión diaria y la oposición exhibiendo algún proyecto alternativo.
Ojala fuese todo así.
¿Pero si resulta cierto lo que se dice públicamente sobre la causa de la efedrina?
¿Y si los narcotraficantes y los neoliberales hacen pie en nuestras orillas desde el mismísimo Parlamento de la república?
¿Y si se desandan, por consiguiente, todos los caminos que hasta aquí construimos en la defensa de los derechos humanos, del trabajo, de las jubilaciones, de la producción, de la unidad latinoamericana?
Un frío por la espalda serpentea con sus miedos y amenazas, pensando estos asuntos.
Una derrota electoral no provoca miedo en sí mismo. ¿Por qué debería hacerlo? Es parte del juego de la democracia. Se gana o se pierde. Pero si así fuese, es preferible sentir un frío por la espalda por una probable derrota en elecciones, antes que sentirlo por la acusación de mantener vínculos con el narcotráfico.
Si invirtiéramos los términos de algunos análisis que se pusieron de moda en estos días, y por un momento imagináramos que la justicia descubre un ilícito, que toma nota de una denuncia gravísima que afecta a un candidato importante, a un millonario poderoso, y argumentando la inminencia de las elecciones legislativas, abandona las actuaciones judiciales, no hace nada, libera a su suerte a las personas que brindaron su testimonio ¿qué dirían esos medios y esos políticos que hoy condenan la actuación de un juez? ¿Qué es correcta la actitud adoptada? ¿Qué cuando se está en campaña, algunas personas son bendecidas con el óleo sagrado de la impunidad por el sólo hecho de ser candidatos?
Un frío por la espalda serpentea temiendo que alguna vez fuese, nuevamente, así.
Por que fue así en los años que reinó el menemismo.
En el acto de la oposición de la derecha macrista, realizado ayer en la ciudad de Pergamino, se pudo apreciar el retrato del viejo país representado por sus más conspicuos representantes. Allí se abrazaron juntos e intercambiaron impúdicos elogios, Alfredo De Angeli, Luciano Miguens, Felipe Solá y Francisco De Narváez.
A medida que se acerca la fecha definitoria, la oposición se muestra con sus mejores pilchas. Sin maquillajes. Al desnudo y al trasluz.
Cometen la obscenidad de celebrar la “grandeza” de los patrones rurales que lideraron el mayor conflicto del egoísmo antisocial que hayamos sufrido en democracia.
Son capaces de exagerar hasta en los trazos gruesos.
Desafían a Kirchner a presentarse a un debate televisivo, cuando ellos no son capaces de presentarse a una citación judicial.
Un frío por la espalda, en verdad, es el que muchos argentinos sienten ante la mínima posibilidad de un retroceso en los derechos sociales recuperados. Allí están las pruebas. Ayer mismo fue publicado un informe privado dando cuenta de la auspiciosa suba en la demanda laboral. El rubro Profesionales y mandos medios de producción e ingeniería, ocupa el primer lugar entre los más buscados por las empresas con el 25 %
No todo da igual en la vida. La vigilia de la conciencia nacional, popular, profundamente humana, ha comenzado. Es en nombre de ella que cada ciudadano deberá dar cuentas en las urnas el próximo 28 de junio. No se trata esta vez de partidismos ni banderías sectoriales de ocasión.
En algún lugar de la memoria está escrito todo lo que perdimos y sufrimos.
Hemos muertos una y mil veces por las políticas de ajustes tras ajustes contra los más débiles. Y hemos vuelto a levantarnos como sociedad.
La rebeldía de la conciencia no permitirá que esta vez erremos el camino. Aunque el sendero sea empinado, desprolijo, incorrecto, imperfecto. Lo importante será saber con quién caminamos y hacia donde lo hacemos.
Los pueblos son sabios a la hora de corregir y profundizar todo lo que sea necesario.
Y esta vez también lo será.

martes, 9 de junio de 2009

NO HAY MEJOR DEFENSA QUE UN BUEN ATAQUE



Algunas noticias impactan tan fuertemente por su contenido y por su velocidad que terminan por obnubilar otras noticias que van en dirección favorable al desarrollo de la nación y el pueblo.
Que el juez Faggionato Márquez citó a declarar a Francisco De Narváez por la causa donde se investiga el tráfico de efedrina y el candidato diputado adelanta que lo recusará.
Que la oposición política de derecha, en sus dos versiones, la alianza cívica radical y el macrismo menemista, salió corporativamente a desautorizar al mencionado juez, defendiendo al millonario empresario.
Que la gestión como gobernador de Felipe Solá es investigada por presuntas irregularidades, acusado de haber entregado “vehículos blindados” a la policía bonaerense que no resultaron tales. Es de tal gravedad la denuncia, que si esto se comprobara, se explicarían algunas muertes de agentes policiales resguardados inocentemente en móviles de hojalata que terminaron siendo una trampa mortal.
¿Se acuerda lo que se decía en los días posteriores al anuncio del adelantamiento de la fecha de las próximas elecciones? Decían que el país se iba a paralizar por la campaña electoral, que nada podría funcionar normalmente, ni la justicia actuar ni el gobierno gestionar.
Y vemos que, lejos de suceder lo previsto por los opositores, el país sigue su marcha en medio de la crisis que aqueja al mundo entero. Esta es la única realidad.
Sería una buena noticia que los que tengan cuentas pendientes con la justicia, procedan desde la conducta cívica que se les exige a todos los ciudadanos, sea cual fuere su condición social.
¿O algunos políticos se creen que tienen coronita porque son millonarios o porque son candidatos? Es la justicia la que actúa. Punto y aparte. En buena hora que haya un proceso de transparencia sobre cada uno de los candidatos electivos. ¿Acaso usted no averigua por la procedencia del trabajador albañil o el plomero que ingresará en su casa a realizar un trabajo?
Si la ley es pareja para todos, las conductas sociales también deberían medirnos a todos con la misma vara, y con mayor rigor a los que van a ingresar a la casa mayor de las leyes, que es el Parlamento nacional.
Nadie puede abrir juicio sobre ninguna persona; todos son honorables, salvo que alguien demuestre lo contrario. Pero los políticos de cualquier signo deberían ser los primeros en someterse a la justicia para demostrar que están libres de culpa y cargo ante la más mínima sospecha sobre su honorabilidad.
Cada proyecto de país viene con el envase que le corresponde. Y con sus mentores y referentes públicos.
Uno se parece a su destino. La fiesta menemista fue una fiesta para los funcionarios que se enriquecieron a costas de los innumerables hechos de corrupción cometidos durante los años noventa. Con total obscenidad, muchos de ellos se dejaban fotografiar en su condición de nuevos ricos mientras la desocupación y la pobreza crecían a niveles sin antecedentes. Luego, en la corta etapa aliancista, el presidente radical no vio, no escuchó, ni olió la pólvora de los gases lacrimógenos y los disparos de armas de fuego con que la represión de su gobierno mataba decenas de argentinos mientras él huía arriba de un helicóptero.
Después de estas tristes experiencias, ¿no es bueno acaso que conozcamos a cada candidato por lo que hace, antes que por lo que dice? Creemos que sí, sin ponernos a juzgar absolutamente a nadie. Pero el “que se vayan todos” del 2001 valió como un angustiante reclamo social contra la corporación de la vieja política, esos señores que amoldan su discurso de novedoso como parte del cotillón de campaña, pero ante la primera citación judicial, emplean la táctica futbolera que dice que “no hay mejor defensa que un buen ataque”.
En un plano opuesto, que la Presidenta de la Nación recibiera los primeros aviones Boeing que engrosarán la flota aérea de nuestras Aerolíneas Argentina, que anunciara que el Canal 7 transmitirá todos los partidos que juegue nuestra Selección de fútbol antes y durante el Campeonato mundial del 2010 e inaugurara una planta de agua potable para el pueblo formoseño, es parte de la discusión del modelo de país que vamos a elegir los argentinos en apenas un puñado de días.


(Jorge Giles, El Argentino. 09.06.09)

lunes, 8 de junio de 2009

¿Y VOS, POR QUIÉN VAS A VOTAR?

Los días vuelan raudos como una bandada de pájaros en el cielo.
El 28 de junio asoma en el horizonte cual territorio de certezas e incertidumbres.
Todos los telones se han corrido. Los primeros actores están en escena.
Se muestran tal cual son.
Con sus historias militantes o con sus prontuarios de delincuentes.
El protagonista, que es usted, deberá juzgar en las urnas, en apenas tres semanas, si aprueba un modelo de trabajo y producción para su futuro y los suyos o redobla la maldita profecía del país Macondo y otros cien años de soledad por delante.
“¿Y vos, por quién vas a votar?” es la pregunta de muchos.
La experiencia indica que un gobierno, si es mediocre, si sólo exhibe muestras de fracasos en su gestión, si no cuida las cuentas del pueblo ni su empleo ni su plato de comida, debería abstenerse de aparecer públicamente en elecciones o si no hay más remedio, pedir de rodillas otra oportunidad para empezar de nuevo.
Así ocurrió en el reciente pasado de nuestra joven democracia.
En las vísperas de un incendio, los malos gobernantes se van de vacaciones.
Sin embargo, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se muestra como es. Se pone a prueba día a día. Aquí y allá trajina el calendario como en el primer minuto de gestión. El Estado posa suavemente su mano reguladora y articuladora allí donde antes hubo ausencia de derechos sociales y derrame de injusticias por doquier. A este modelo de Estado le interesa defender el trabajo de los argentinos. No busca intervenir por intervenir. Pero guay con tocar un empleo en nombre de la ganancia empresarial sin escrúpulos.
Hay Estado. Las fábricas recuperadas hoy llevan de timonel a las políticas de gobierno. Donde antes había una necesidad, vuelve a haber un derecho. Donde había desesperanza, vuelve a campear el futuro. Allí están los números y la vida cotidiana para demostrarlo. Por eso el Gobierno, y sus candidatos, se muestran al descubierto. No se esconden ni disimulan.
O se los aprueba o se los rechaza.

Dos peligros acechan sobre este presente: la conjura de los necios y la vuelta de los corruptos en la peor de sus especies, el narcotráfico.
Como si fuese una segunda parte del conflicto de la patronal rural, suenan ahora los tambores de guerra de aquellos poderosos industriales a quienes parece importarles por igual fabricar acero o caramelos. Son cuentapropistas sin identidad de nación. No les importa nada que sus pares de las pequeñas y medianas industrias hoy recuperen a pasos firmes todo lo perdido durante la fatídica noche del neoliberalismo.
Como bien señala la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, esos grupos concentrados de la economía que pretenden atenazar al gobierno, desde una visión muy noventista, pretenden usar al Estado para sus ganancias pero lo rechazan, cuando de garantizar la equidad social se trata.
Aunque faltan muchas injusticias para desandar, nadie puede negar honradamente que en esta sociedad, todos viven un poco mejor con este modelo de gobierno. Y que los empresarios no están nada peor de lo que estuvieron antes del 2003.
La conjura de los necios es por pura razón política. No pueden tolerar que en una democracia plena, el gobierno popular sea el que, efectivamente, gobierna; tendrán que aceptar, tarde o temprano, que ya no son los lobbies empresariales ni los grandes medios los que dictan la agenda en este país de todos.
El posible gobierno de las cofradías corruptas, con mucho poder y dinero, mezcladas con negocios turbios y con el narcotráfico, ya no constituye una pesadilla exclusiva de otros lugares del mundo. Sólo basta leer los diarios del día para saber de quién y de qué hablamos.
Hay que dejar actuar a la Justicia en cualquier tiempo y lugar.
¿O acaso si alguien delinque puede evadir la larga mano de los jueces sólo porque es candidato o legislador o todo junto?
Una campaña electoral no es un aguantadero de mafiosos.
Ni la cobertura cómplice de quienes son descubiertos con las manos en la lata.
O en un celular imprudente.
Habrá que recordar todas estas cosas para saber responder, con orgullo, por quién vamos a votar en estas elecciones.



(Jorge Giles. El Argentino. 8.06.09)

domingo, 7 de junio de 2009

LA PLAZA DEL ÁNGEL GRIS



Hay señales de un nuevo tiempo en la Argentina y en el mundo. Hay que mirarlas bien para interpretar lo que nos sucede y lo que nos podrá suceder.
Son las borras de café de nuestro destino colectivo.
Saber, por ejemplo, que la Legislatura porteña debatirá próximamente en Audiencia Pública el cambio de nombre de la plaza “Pedro Eugenio Aramburu”, en el barrio de Flores, por el más poético de “Plaza del Ángel Gris”, en homenaje a la obra de Alejandro Dolina, es una señal que pacifica las almas. Porque no se intenta el revanchismo odioso de trocar el nombre de un dictador por que sí.
Se trata de cambiar un símbolo de la violencia inaugural de una etapa proscriptiva de las mayorías populares, por otro que expresa el alma de un barrio.
Los fusiles de la llamada “revolución libertadora” que derrocó a Perón en 1955, son reemplazados y superados por las crónicas poéticas de Dolina. Es felizmente, una reivindicación de la prosa y la poesía. Una señal de que entramos en otro tiempo, donde la intolerancia de algunas minorías es respondida por la templanza y la madurez de quienes han perdido ya mucho en el camino como para perder ahora el sentido profundo de la democracia.
Un acto de belleza y convivencia social, siempre es un motivo para festejar.

Los datos objetivos que aparecen a diario publicados sobre los escándalos y bochornos y causas judiciales que afectan a miembros distinguidos de la oposición, también son una señal, aunque de signo negativo.
¿Vuelve el menemismo acaso? ¿Vuelve la alianza delarruista? ¿Vuelve el incendio del 2001? ¿Vuelve esa triste época donde la corrupción se mezclaba con el espectáculo televisivo y la desocupación creciente y el falso 1 a 1 entre el dólar y el peso?
Uno siente escozor con sólo pensar que el retroceso colectivo está amenazante a la vuelta de la esquina. Pero ahí están las señales.
La apertura de la causa por el tráfico de efedrina que afecta nada más y nada menos que al candidato estrella de la oposición menemista apadrinada por Eduardo Duhalde, el millonario Francisco De Narváez; las públicas rencillas de Macri con Gabriela Michetti; de Felipe Solá contra todos ellos; las pruebas fílmicas mostrando al primer candidato porteño del macrismo por votar por él y por otros legisladores ausentes en las sesiones; la denuncia judicial de los radicales oficiales contra los correligionarios de Julio Cobos para impedir la presentación de sus propias listas colectoras; la acusación de seguidores de Carrió contra el representante de Cobos en la provincia por su probable vínculo con la prostitución de menores…
¡Basta!
Hay más señales negativas, pero nos revuelve el estómago seguir con el listado, ahora que se acercan las elecciones y este pueblo que somos debe tomar una decisión categórica, inapelable, histórica.
La oposición a este gobierno y a este modelo, que con sus aciertos y errores nos sacó de la crisis y sigue haciendo crecer la economía del país en todos los terrenos, no constituye un cambio superador. Es lisa y llanamente una marcha atrás sobre el camino recorrido desde Néstor Kirchner hasta el gobierno de Cristina.
Habrá que pensar en todo esto en las tres semanas que restan hasta las elecciones. Y no perderse en las cortinas de humo que, en la desesperación, los medios opositores intentarán vender a la población, con falsas denuncias sobre “fraude”, “boletas truchas” y seudo encuestas que dibujan los resultados que persiguen, pero no son los que demuestra la realidad. Que sigue siendo la única verdad.
A todo esto, Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Carlos Heller, continúan trajinando la campaña basados en todo lo hecho por el Gobierno nacional hasta el presente.
Hacer, hacer, hacer es su consigna.
Una manera reparadora de la consigna de los opositores: hablar, hablar y hablar.
Llega el tiempo de la definición crucial de una sociedad harta de violencia, de charlatanería, de un pasado de injusticias.
El modelo de los argentinos a elegir, es aquel que nos devuelve el trabajo, la identidad, y por sobre todo, los sueños de un país mejor.


(Jorge Giles. El Argentino. 07.06.09)