domingo, 31 de agosto de 2008

La Presidenta y la nueva institucionalidad

Publicado en Miradas al Sur del 31 de agosto de 2008
Hay dos tipos de institucionalidad democrática: una con el pueblo adentro y otra con el pueblo afuera. Durante mucho tiempo, desde valores liberales, se decía que conceptos como república, institucionalidad, prensa libre, mercado, modelo eran las intocables vacas sagradas de la democracia de baja intensidad en esta región del mundo. “Pueblo no, gente sí” era la consigna de la única institucionalidad aceptada. En este contexto sectores de la derecha y el progresismo coincidían en la valoración de la democracia chilena como un modelo a imitar. ¿Con Pinochet senador vitalicio? ¿Con la rígida estratificación de pobres y ricos que dejó esa dictadura? He aquí una obra maestra del neoliberalismo, abonado con el genocidio del terrorismo de estado. En nuestro país, la república civil corría con la posta entregada por la república militar, azuzando a los legisladores para votar las leyes exigidas por el FMI o por los cuarteleros que exigían impunidad y olvido en horas en que hasta los búhos duermen. Buscaron convencer que había una sola gobernabilidad y había que acatarla, desfilando por la misma pasarela por donde va la gente pulcra, correcta, no conflictiva, no demagógica, no populista, no humana. Hasta que llegó Néstor Kirchner y empezó a jugar con el bastón presidencial mientras gobernaba en serio contra la impunidad de los genocidas, enfrentando el embate imperial que suponía el ALCA, conformando una Corte Suprema independiente, negándose a reprimir a los humildes que cortaban rutas para no caerse del mundo, recuperando la institución presidencial desde los escombros humeantes que le dejó de la Rua, diciéndose hijo y nieto de Madres y Abuelas de la Plaza. Empezaba otra historia. Luego, tras el voto popular, vendría Cristina a constituir un nuevo salto de calidad institucional.El Gobierno construye (con aciertos, errores y lockout) una institucionalidad que se asienta y nutre en el respeto a los derechos humanos, en la inclusión social, en el desarrollo productivo, en el combate a las vergonzantes asimetrías sociales, en la redistribución equitativa de la riqueza. La Argentina profunda acompaña el cambio en marcha mientras la derecha reaccionaria lo enfrenta con otros que les son funcionales por izquierda. La nave sigue su ruta hacia otros puertos. Se llamarán Aerolíneas, jubilaciones dignas, trabajo, educación, salud, medio ambiente, América Latina unida. Pero eso sí: con el pueblo adentro.

viernes, 29 de agosto de 2008

¿De quién es la iniciativa política?

(Jorge Giles, publicado el 29 de agosto de 2008 en BAE)

Continúa el fuego a granel contra los movimientos que realiza el gobierno nacional. Desde las azoteas de algunos grandes medios, los próceres blindados del periodismo autodenominado“independiente” disparan ríos de prosa inflamada en el vano intento de ablandar las posiciones del oficialismo y del arco social que lo acompaña. El objetivo es convencer que el gobierno perdió el rumbo y la iniciativa política, que está cercado e incluso que sus días están contados. No estamos interpretando sino repitiendo conceptos que se desgranan a menudo en conocidos diarios, radios y pantallas de la TV. Obviamente, se siguen valiendo de esa difusa infantería expresada en Carrió, De Angelis, Buzzi, Macri, Menem y Duhalde, entre otros. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en tanto, profundiza su gestión en favor de los Jubilados, recupera Aerolíneas Argentinas, instruye al Secretario de Agricultura y al titular de la ONCCA en la solución de problemas de fondo para la tierra y los que genuinamente la trabajan, preside encuentros masivos con ciudadanos y ciudadanas de todo el país, respalda los juicios contra los delitos de lesa humanidad, apuntala las inversiones estratégicas y consolida con sus pares presidenciales la unidad de la región sudamericana. No obstante y en medio de este escenario, se suceden los interrogantes de algunos sectores. Legítimos algunos, malintencionados otros.¿La iniciativa política sigue siendo del Gobierno? ¿El Gobierno ganará las elecciones parlamentarias del 2009? ¿La actitud destituyente sigue su marcha? ¿El Gobierno está debilitado? ¿Estamos aislados internacionalmente?Intentemos bosquejar una posible respuesta desde una mirada que se pretende tan rigurosa como alentadora en clave democrática. Los datos objetivos que se suceden a diario nos llevan a sostener que la agenda política, esa agenda que hace mover a todos los actores al mismo tiempo y compás, la sigue escribiendo el gobierno nacional. Aún sufriendo el revés del voto senatorial en contra de la redistribución de la riqueza, es innegable que la lista de iniciativas sobre las que discute todo el arco político, para acompañar o para oponerse, las escribe el gobierno. No hubo ningún escenario en el que haya sido la oposición la que impuso el temario, es decir, la iniciativa política. Pensemos que eso es muy bueno para la salud del sistema democrático y no sólo para el elenco gobernante.Sumemos ahora dos datos muy significativos de la voluntad política que pueden ayudarnos a entender esta coyuntura: una, el gobierno no cayó en ninguna anomia, inacción o estampida; dos, no arrió las banderas que le dan tonicidad, textura, color y vida al proceso de cambio iniciado allá por mayo del 2003. Dicho de otro modo, demostró a propios y extraños que no es éste un gobierno que ante los primeros truenos esconde la cabeza como un avestruz ni sale por los techos en desbandada ni resigna su línea argumental principal para rendirse y asimilar los argumentos de aquellos adversarios que pretenden el regreso al pasado. Observemos también lo que ocurre en el campo antigubernamental y veremos con toda evidencia que la oposición no logra ordenar sus filas ni vertebrar una orientación clara y convocante que perdure en el imaginario social. Embiste espasmódicamente a los sopapos contra todas las iniciativas del gobierno pero sin construir los elementos esenciales para cualquier espacio político que pretende ser factor de recambio: no tiene iniciativa ni puede cuajar una dirigencia que se muestre unificada en torno a propuestas superadoras. Están siempre enojados y actúan sólo por reacción, montándose sobre cualquier posible chispa que encuentren en su derrotero. Demuestran que no tienen fuego propio, por eso usan el incendio que provocan otros para encender los débiles faroles con que se alumbran. Así sucedió con el lockout de la patronal rural. Y así suceden sus días atrapando en el aire los titulares que le escriben Joaquín, Mariano, Magdalena y tantos otros escribas ilustrados.Al sólo efecto de ordenar el análisis, nos arriesgamos a trazar a modo de hipótesis la persistencia cualitativa de esta oposición fragmentada, por un lado y por otro, el crecimiento de la valoración social hacia el gobierno. La productividad y sostenimiento de la iniciativa política oficial junto al acompañamiento de amplios sectores populares, en cualquier circunstancia son una carta ganadora. Se sabe, la sociedad, la política, el que trabaja y el que busca trabajo, el ama de casa, el hombre que está solo y espera, todos detestan el vacío.Claro, la historia contemporánea nos alecciona y alerta sobre el “modus operandi” de ciertos factores de poder. Ellos seguirán posiblemente su labor corrosiva para impedir que este proceso de cambio siga avanzando.La dialéctica, esa vieja dama digna, deberá ayudarnos a contextualizar paso a paso el escenario político, para analizar objetivamente los sectores en pugna, los intereses que se contraponen y están en permanente movimiento. De no analizarlo así corremos el riesgo de calificar de manera estanca los factores que pugnan dialécticamente por alcanzar sus objetivos. En este marco se deberían juzgar los aciertos y los errores cometidos por el gobierno para no ser presos de esta incertidumbre que hoy pintan algunos comunicadores en el afán de conquistar tres objetivos: opacar la vitalidad del gobierno, espantar y atemorizar determinados sectores medios y disimular el dato odioso pero innegable de una oposición que expresa la mortecina y ajada representación de lo viejo de la política, lo más desgastado, lo que ya gobernó y nos llevó al caos. Lo nuevo quizá aun no termina por nacer, pero lo viejo, viejo seguirá. Salvo que pensemos que el futuro se volvió piantao y se parezca a Duhalde o Carrió, la misma que predijo una y mil veces un Apocalipsis para el mes de junio. Felizmente, estamos terminando agosto y la primavera se despereza ya en el horizonte.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Ladran Sancho, señal que cabalgamos


Publicado en El Argentino y en BAE el 27 de agosto de 2008


Resabios de la invasión colonizadora

¿Quién firmó el Informe del Banco Central de España? ¿Marsans? Es lo primero que se nos vino a la cabeza al enterarnos de la mala nota que nos dedicaron los financistas del estado español. No nos anima devolver este verdadero golpe bajo que nos propinaron al mandarnos al descenso en la tabla de confiabilidad, porque desde estas orillas tenemos la necesaria madurez para ayudar a preservar el respeto mutuo y la amistad que, creemos, nos une con España. Pero sinceramente después de lo acontecido en los años noventa con aquellos países y empresas extranjeras que usufructuaron nuestro patrimonio nacional a partir de las rodillas peladas de Ménem, nos parece al menos obsceno que no guarden silencio y respeto ante un gobierno argentino que vuelve a recuperar para su país la soberanía sobre nuestro territorio y sobre lo que sobre él está plantado. Indigna aún más saber que algunos de esos países prohijaron, de manera directa o indirecta, a los empresarios que arribaron a nuestras costas quizás no con la cruz y la espada pero sí con las valijas vacías para llenarlas con el producto de nuestros esfuerzos, dejándonos luego tierra arrasada antes de regresar al Puerto de Palos. Por eso decíamos en los noventa, aquellos que siempre nos opusimos al neoliberalismo y sus consecuencias, que asistíamos a la segunda invasión colonizadora desde allende los mares. Ojalá sea el propio gobierno del presidente Zapatero quién salga a corregir esta desmesura publicada aquí con tantos fuegos artificiales por parte de algunos medios locales explícitamente colonizados.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, mientras tanto, volvió a reafirmar el modelo de desarrollo y crecimiento del gobierno. Lo hizo desde la provincia del Chaco y en la inauguración de una nueva línea de producción automotriz. Interesa de sus palabras resaltar esta frase: “Nunca nos van a perdonar nuestra política de derechos humanos”. Es que estamos convencidos que atrás de muchas de las acciones de la oposición, en su más ancho alcance, se esconde el verdadero propósito de ponerle un freno a la política del gobierno en torno a los juicios a los genocidas pero sobre todo a las ondas expansivas que genera esta política que trae justicia allí donde mandó la impunidad, trae memoria donde reinó el olvido y por sobre todo, quizá sea lo más importante, construye futuro, consolida las instituciones, reconstruye la república perdida en épocas de terrorismo de estado y, mal que nos pese, en la propia democracia. La Argentina, hay que decirlo, no esperó ni treinta ni cuarenta años para develar y juzgar nuestros propios horrores. Allí donde hay heridas, la justicia las empezó a reparar más temprano que tarde, con más y mejor justicia. ¿Cómo decirnos entonces que no somos previsibles?
Pareciera que algunos referentes de la vieja política, de acá y de afuera, siguen creyendo que la mayor calidad institucional de un país como el nuestro, debiera estar asociada con la estética de sus instituciones, con los modales y las formas “políticamente correctas” de su dirigencia, y se sienten defraudados, cuando no asustados, al comprobar que este modelo refrendado por el voto popular apuesta, incluso con sus claroscuros, a fortalecer la institucionalidad con la distribución equitativa de la riqueza, con la recuperación de nuestro patrimonio allí donde las circunstancias manden, siendo inflexibles a la hora de echar luz sobre el mundo de las tinieblas que vamos dejando atrás.
No fue ni será fácil recorrer el tramo largo que falta para consolidar este modelo. Quizás sí facilite y ordene el análisis, el mapa político que de a poco se va configurando con los opositores que empiezan a alinear sus planetas en torno a las alianzas políticas e ideológicas que eran de suponer. En este marco deberá entenderse, por ejemplo, el coqueteo público entre Eduardo Buzzi y el ex senador Duhalde o las correrías de Alfredo De Angelis con Macri, con Ménem y con Carrió. Era hora. No hay nada más pernicioso para la democracia que transformar el genuino devenir de la política en un baile de máscaras. Es de esperar entonces que los dirigentes que hacen política desde la oposición no se escondan atrás de las faldas de ningún conflicto de intereses sino que se muestren con sus verdaderos rostros. Es muy saludable que perfilen y expongan sus propuestas ante la sociedad. Pero es imprescindible que comprendan de una vez, que en democracia cabemos todos, menos los intolerantes y los autoritarios.

domingo, 24 de agosto de 2008

Volvió una noche, y lo esperábamos


(por Jorge Giles*)
Publicado en Miradas al Sur el 24 de agosto de 2008


Conocí a Germán en su plenitud de vida y en la hora de su despedida. Compartimos con él canciones de amor y batallas. Caminamos juntos un buen trecho de la resistencia contra los peores años de aquel menemismo que arrasó con el patrimonio de los argentinos. Lloramos y puteamos juntos por todo lo perdido, por las ausencias, por el indulto a los genocidas. Pero nunca lo vimos rendirse. Nunca. Hablaba y su talento político hacía que la palabra fuese sencilla y redonda como una naranja. Todos lo entendíamos. Nos decía que lo que importaba era vivir como se piensa y pensar como se vive. Nos enseñó que en la duda, hay que aferrarse a las pocas certezas que se tengan a mano para alumbrarse el camino. En la vida y en la política. Decía que el neo liberalismo en su esencia era reaccionario, aunque brindara espacios de sosiego para asuntos menores. En consecuencia había que combatirlo frontalmente. Pero si se abría paso un rumbo distinto, definido en defensa del estado, de los intereses nacionales y populares, de los trabajadores, entonces había que virar la vela para meternos de lleno en esos vientos y dar pelea desde adentro ayudando a profundizar los cambios.
Amaba tanto a la patria como al mar. Era capaz de recrear una playa allí donde estuviera con los compañeros. Lo vi quitarse sus mocasines, quedar en patas, abrir una botella de tinto, reír con esa risa que siempre tuvo, recordar las olas de su amada Santa Teresita y sin decir agua va, hacer el análisis más riguroso sobre la coyuntura, en su despacho de diputado y en el propio sindicato.
Se fue de nosotros como siempre vivió: amando y peleando. Aquel fue su tiempo. Pero éste también. Por eso, cuando Agustín Rossi, emocionado, le dedicó con toda justicia la recuperación de Aerolíneas Argentinas al final de su discurso en el Congreso, me brotó muy desde adentro “Volvió Germán, carajo”. Y me largué a llorar.
Son tiempos donde los vientos soplan a favor de los pueblos, enfrentando tempestades, turbulencias y remolinos traicioneros. Estoy seguro que Germán desplegaría las velas con nosotros, en el mismo sentido de estos vientos que hoy soplan sobre nuestras playas. Así lo hizo siempre. Quizás por eso lo seguimos esperando, con los dedos en ve y el corazón al galope.

*JG, autor del libro “Los caminos de Germán Abdala”, Colihue, 2000

domingo, 17 de agosto de 2008

Eduardo Duhalde, ese pequeño hombre


(17 de agosto de 2008)

Publicado en Sur

Algunos de los sobrevivientes de cárceles y centros de detención clandestinos de la última dictadura, relataron los días en que los represores cargaban contra sus cuerpos indefensos al grito de “viva Hitler, judíos de mierda”. Asesinaron así a miles de compatriotas sin importarles demasiado su origen religioso, étnico, ideológico. En definitiva, todos los prisioneros se hermanaban en su rebeldía, hayan sido judíos, cristianos, musulmanes, agnósticos o ateos.
Recuperada la democracia, el ex presidente Alfonsín inicia con el juicio a la ex Junta de Comandantes una reparación que pronto desandaría con las “leyes del perdón”. Después, el binomio Menem-Duhalde cometería la claudicación brutal del indulto a los genocidas. Más tarde, de la Rúa reafirmó la impunidad y ya en la crisis final, el senador-presidente Duhalde apura su retirada tras el asesinato policial de dos jóvenes argentinos: Kosteki y Santillán.
Fue recién el ex Presidente Néstor Kirchner el que irrumpe en 2003 promoviendo una justicia basada en el respeto irrestricto de los derechos humanos, reparando definitivamente aquella ofensa a la condición humana cometida por la dictadura. Remueve la Corte suprema menemista y la cúpula militar, recupera la ESMA y “La Perla” para la memoria colectiva, descuelga los cuadros de los genocidas, reabre todos los juicios a los represores anulando las leyes de “obediencia debida”, “punto final” y los indultos que fueran compartidos por este mismo Duhalde que hoy reaparece ganando prensa por su fervoroso apoyo a los patrones rurales y por comparar a Néstor Kirchner con Hitler y Mussolini. Justo a él.
¿Por qué lo hizo? ¿Para provocar? ¿Para disimular su orfandad de ideas? ¿Por impotencia política? ¿Para seguir alentando aires destituyentes y antidemocráticos? ¿Para competir en las olimpiadas de injurias con Menem y Carrió?
Tanto odio nos hace presumir que lo hizo por todo esto junto.
Quizás un gran hombre podría, por impericia, convertirse en un político de tono menor. Y seguiría siendo un gran hombre. Pero un pequeño hombre de espíritu, jamás podría ser un gran político. Y es de muy pequeña hombría ofender de la manera ruin como lo hizo Duhalde. Así nos ofende a todos quienes seguimos teniendo memoria y sed de justicia. A él, como a muchos opositores, les vale aquello de “si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, entonces, calla.”

jueves, 14 de agosto de 2008

Todos somos paraguayos



Publicado en BAE 14 de agosto de 2008

Fernando Lugo cierra un ciclo histórico y abre otro a partir de su asunción como Presidente del Paraguay. Al momento de vestir la banda presidencial su mirada seguramente se llenará de imágenes contrapuestas mientras los hombres y las mujeres de su patria, con sus trajes coloridos, danzarán y cantarán en medio de la algarabía por este recambio de mando que augura un nuevo tiempo para el pueblo paraguayo.
Rodeado de los mandatarios de nuestra región, el ex obispo Lugo jurará en nombre del Paraguay que supo ser hasta apenas un siglo y medio atrás y éste otro que busca reencontrarse con su propio destino.
Es que esa tierra que recibe hoy a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a muchos otros presidentes, supo constituir hacia la mitad del siglo 19 el país más poderoso, en términos de desarrollo económico y el país más justo socialmente, en todo el continente americano. ¿Y qué pasó después? Sencilla y dramáticamente, los intereses entonces llamados “librecambistas”, lo masacraron. Quisieron borrar del mapa un modelo de desarrollo autónomo e independiente de cualquier potencia imperialista de la época pero particularmente de la vieja Inglaterra y de las oligarquías nativas que en nuestros países no podían permitir que se expanda el mal ejemplo. En el Paraguay todos los habitantes tenían asegurados los derechos más elementales para una vida digna y laboriosa: la tierra para trabajar, la educación gratuita y obligatoria, la vivienda y el pan de cada día. Había un Estado, una nación y un pueblo en paz.
Ese pueblo no se rindió nunca. Resistió durante cinco años el ataque de los ejércitos más poderosos de esta parte del mundo. Finalmente, malheridos y hambrientos, marcharon hacia el norte en su retirada final, siguiendo como sólo se puede seguir a un jefe como Solano López, dando batalla en Peribebuy y Acostañu, escribiendo heroicamente la que fue la mayor tragedia de una nación digna. El 1 de marzo de 1870 fue el vergonzoso y triste final de la guerra de “la Triple alianza” (o triple infamia como la llama Norberto Galasso), cuando ya al borde del exterminio, el último batallón paraguayo caería abatido en Cerro Corá.
Paraguay ya era entonces un fantasma del país que supo ser. Quedaban en pie un poco más de 350.000 personas, la mayoría mujeres, ancianos y los niños que habían sobrevivido a la matanza de los “civilizados” libertadores. Mataron aproximadamente un millón de paraguayos para poder arrasar con las fábricas metalúrgicas, los astilleros, los barcos de la marina mercante, el ferrocarril nacional, el ganado, las fábricas de papel, las minas de hierro.
Cuando jure el Presidente Lugo, recordará seguramente que esa no fue una guerra entre países hermanos sino entre aquellos que buscaban ser parte de una América unida y soberana de un lado y los que sólo lucraban con el sacrificio ajeno sin importar tanto la bandera a la que servían, del otro. ¿Cómo se explican sino los levantamientos masivos en la Banda Oriental primero y en nuestro territorio argentino después contra la guerra y a favor del Paraguay? La historia da cuenta que en el Paraguay se pretendió hacer sucumbir para siempre cualquier idea de unión americana que se asiente sobre la soberanía y la libertad de nuestros pueblos. Por eso y con razón histórica, se dice que todos caímos en esa guerra. O como diría aquel Presidente argentino que fuera también un General paraguayo: “en algún lugar de nosotros todos somos paraguayos”
Quien lo dijo devolvió los trofeos de esa guerra indigna al Paraguay y se llamó Juan Domingo Perón.
Por eso, cuando hoy asuma el Presidente Lugo estaremos asistiendo a un momento que es histórico para nuestra suerte y destino como americanos. Ni él ni nosotros podremos olvidar el pasado. No lo debemos hacer. Mucho menos en esta circunstancia en que la historia vuelve a darnos la oportunidad de consolidar la región, particularmente el sur del continente, para la prosperidad de nuestros pueblos, para el desarrollo autónomo de nuestras economías, para integrarnos al mundo desde el fortalecimiento de nuestra singularidad y nuestra unidad, para aportar a la humanidad la riqueza de nuestra propia cultura, para defender conjuntamente el uso sustentable de nuestros recursos naturales y el cuidado sin dobleces del ambiente de mayor diversidad que aún queda en el planeta tierra.
Es la hora de construir un continente de paz en esta América del Sur. Tenemos todo para hacerlo porque no somos subdesarrollados como algunos pretenden sino devastados por los mismos intereses que hace un siglo y medio hicieron decir al poeta Guido y Spano: “llora, llora urutaú en las ramas del yatay , ya no existe el Paraguay, donde nací como tú”.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Y un día volvió el Estado

Publicado el 13 de agosto de 2008 en BAE

El discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en La Pampa evalúa y proyecta en términos históricos, el rumbo del modelo que se gestiona desde mayo del 2003. Lo hace de una manera tan singular, si tenemos en cuenta el trazo emotivo y riguroso de sus palabras, que los sectores que expresan a la oposición política podrán sin dificultad confrontar, si así lo desean, con los conceptos allí vertidos. No se podrá argumentar precisamente que el de la Presidenta es un mensaje confuso. Por el contrario, es de esas piezas oratorias que uno podría resumir en el refrán de “al pan, pan y al vino, vino”.
Fue un alto en el camino que sirve para recordarnos de donde venimos los argentinos. En pocas palabras volvió a esbozar un fresco de aquella época donde anidó la génesis de una generación que se volcó al compromiso político dándolo todo y sin pedir nada a cambio. No lo hizo para hacer de ello un eslabón referencial excluyente y sesgado de nuestra reciente historia sino para convocar a una nueva épica generacional tan necesaria en nuestro continente en pos de consolidar los avances logrados en estos últimos años.
Pero la Presidenta apeló por sobre todo a la memoria colectiva para no olvidar el daño que nos produjo, en tanto nos reconozcamos como parte de una misma sociedad, una misma nación y un mismo pueblo, aquella zoncera neoliberal de los años noventa de que “ya no era necesario el Estado”; y lo que es peor, que “todo lo que tocaba el Estado era malo por definición”. Ese daño aún lo estamos sufriendo.
Cualquiera, con honestidad intelectual, debería hacer este ejercicio de memoria. Es útil para el análisis conectar las palabras presidenciales con la verdadera andanada de acciones gubernamentales que se suceden a diario y con mayor dinamismo desde que el Gobierno Nacional territorializó su gestión a través de la presencia de la Presidenta, de sus Ministros y Secretarios de Estado en las provincias y pueblos del interior profundo. Actuando sobre el mismo terreno donde suceden las cosas que nos afectan, poniendo en marchas planes de vivienda, inaugurando escuelas, activando industrias. En síntesis, la Presidenta puso en palabras lo que se está ejecutando desde la gestión de gobierno.
En estos últimos días también debemos destacar la histórica tarea que lleva adelante la justicia a través del desarrollo de los juicios orales contra los responsables de delitos de lesa humanidad. Mencionemos lo sucedido en Tucumán, en Corrientes, próximamente en Neuquén, el proceso y prisión preventiva a otros cinco represores de la Escuela de Mecánica de la Armada más el embargo de bienes por 188 millones de pesos. No se está juzgando sólo para atrás, sino que se está formateando el estado de derecho para las futuras generaciones de argentinos. De eso se trata hacer justicia, algo que no hubiese sido posible en el país del “no se puede” que dejamos atrás hace apenas cinco años.
Simultáneamente el Congreso sigue debatiendo proyectos que envía el Poder Ejecutivo que son de trascendencia e impacto para todos. Vale señalar el proyecto sobre Aerolíneas Argentinas y el de Movilidad Jubilatoria. En el primero se recupera el rol activo del Estado sobre su línea de bandera y en el otro se asegura definitivamente la justa movilidad de los haberes de nuestros jubilados. Próximamente empezará el debate sobre la nueva Ley de Radiodifusión.
Habría que sumar aquí un dato significativo por sus implicancias concretas pero sobre todo por su alto valor simbólico: el Convenio firmado por el Canciller Jorge Taiana y varias Cámaras empresarias para posibilitar la repatriación de los compatriotas que fueron forzados al exilio en tiempos de la dictadura y que por circunstancias económicas aún permanecen “anclados en París”. El programa “Raíces- Volver a trabajar” es una muestra elocuente de esta voluntad del Estado por poner las cosas en su justo lugar.
¿Qué dirán ahora aquellos opositores que anunciaban catástrofes y nuevos éxodos de argentinos hacia el exilio? ¿Tendrán la desverguenza de seguir diciéndolo o se animarán por una vez siquiera a admitir que ahora todos tenemos lugar en la tierra que nos vio nacer?. Esperemos que así como el doctor Eduardo Duhalde y familia ya volvieron de sus vacaciones en el Africa, la señora Carrió vuelva de las suyas en México para conocer su posición al respecto.
Hablamos antes de la necesidad de una épica generacional. Vale por ello otra reflexión: ningún proceso de cambio y de transformaciones sociales es lineal y aséptico. Los procesos de cambio que viene experimentando el continente, en Ecuador, Venezuela, Paraguay, Brasil, Bolivia, son procesos que se corresponden con esta etapa del devenir histórico, con sus avances y retrocesos, virtudes y limitaciones, pero donde queda claro que el centro de gravedad está precisamente en la vuelta del Estado en defensa de sus pueblos y de las respectivas soberanías de nuestras naciones. El ocaso del ALCA, por ejemplificar con munición gruesa, fue posible porque concurrieron en un mismo momento diversas voluntades decisivas y representativas de nuestros países, especialmente Lula de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela y Néstor Kirchner de Argentina. Ahora, si no se quiere volver al pasado, es preciso que estos procesos de cambio se fortalezcan consolidando socialmente los cimientos de un nuevo país. Seguramente todos tienen un lugar para ocupar. Salvo quienes se sienten afuera del proceso histórico y pontifican sobre lo que habría qué hacer sin ser capaces de hacerlo ellos mismos. Es curioso observar a dirigentes que dicen apoyar esos procesos latinoamericanos pero que en nuestro país se identifican y votan a favor de los sectores que aquí representan los mismos intereses económicos y políticos que, por ejemplo, en Bolivia combaten de manera frontal contra el Presidente Evo Morales.
En esta hora en que el Estado vuelve con políticas activas para redistribuir equitativamente la riqueza, es deseable que algunos no cometan nuevamente el desatino de oponerse, ya no a un Gobierno, sino a quienes buscan, con sus claros y oscuros, seguir construyendo una sociedad con más empleo, más justicia, más educación, más producción. En definitiva, una sociedad con más y mejor democracia.

domingo, 10 de agosto de 2008

La flecha está en el aire

Publicado el 10 de agosto de 2008 en Miradas al Sur

Después del largo conflicto con los patrones del “campo”, el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner avanza decididamente en la construcción y consolidación de un modelo de estado, de nación y de sociedad, representando a una buena parte de la población que considera éste un modelo justo, democrático, soberano y equitativo. Es oportuno reafirmar que después de décadas de destrucción de la política como herramienta de cambio, fue el ex presidente Néstor Kirchner, quien reconstruyó la autoridad presidencial y el rol activo del Estado en los asuntos considerados como propio y exclusivo del “mercado”. Estamos, entonces, en una nueva etapa signada por la reconstrucción del valor de la política como columna del andamiaje institucional de la democracia representativa.
En el mencionado conflicto, el voto de Cobos terminó por arbitrar a favor de los sectores que por variadas razones políticas, económicas, ideológicas, se oponen al rumbo elegido por el Gobierno. Pero en verdad el voto por sí o por no al proyecto oficial sustentado en la resolución 125, fue la forma que adquirió la puja por la distribución de la riqueza en estos últimos largos meses. Para decirlo de otro modo: los argentinos tenemos hoy un gobierno que vuelve a expresar institucional y políticamente un modelo de país autónomo, dejando atrás una época signada por gobiernos neoliberales donde la “economía” era la metáfora mediática que usaban para hacer política en contra de los intereses de las mayorías populares.
Ya nadie puede confundirse: mientras hayan pujas en favor de la equidad social por parte del Estado, seguirán habiendo tensiones políticas. A veces se resolverán en el sentido de la equidad y otras, como en el Senado, en sentido contrario. De un lado opera un Gobierno que expresa los intereses de un estado soberano y una más justa redistribución de la riqueza; del otro, operan los sectores del poder que no resignan un ápice de sus ganancias y buscan impedir todo avance del modelo gobernante. La derecha política tiene en claro su lugar y se vale de cuanto aliado y forma de presión le permita la coyuntura. El dilema se le presenta a muchos de los que aún se dicen “progresistas”. La flecha está en el aire. Cada uno elige su destino.